La sorpresa de la percepción capturada

21/02/2020

Miguel Ángel Valero. "La fotografía se vuelve interesante cuando se cuestiona la barrera de la ilusión, cuando el deseo del espectador de entender la postura del creador queda frustrado al quedar absorbido en la experiencia de mirar", explica Richard Learoyd.

Las personas que Richard Learoyd fotografía parecen más vivas, más hermosas, más indefensas y vulnerables sí, pero más bellas. Se puede comprobar en la Sala Bárbara de Braganza de la Fundación Mapfre en Madrid, hasta el 24 de mayo de 2020. Al fotógrafo británico se le conoce sobre todo por el uso de una cámara oscura inventada por él mismo. El resultado es una fotografía única, sin negativo, no puede reproducirse, ya que es el propio papel que se expuso en esa cámara oscura.

Esto hace que la obra de Learoyd ofrezca una cautivadora singularidad en un momento de tanta abundancia en la fotografía que ésta se ha hecho trivial. Los protagonistas de las fotografías parecen proceder de un mundo con una gran intensidad psicológica y con una luz extraordinariamente cristalina, evocadora.

Son fotografías de una inquietante proximidad. Al contemplarlas, se descubre un extraño vínculo con ellas, como si atraparan para siempre la mirada. Lo explica el propio Learoyd: «la fotografía se vuelve interesante cuando se cuestiona la barrera de la ilusión, cuando el deseo del espectador de entender la postura del creador queda frustrado al quedar absorbido en la experiencia de mirar». Es la sorpresa de la percepción capturada.

Observarlas requiere una mirada más detenida y atenta, una actitud más contemplativa, no la rapidez y la inmediatez con la que solemos ver (y fotografiar) el mundo. Porque en esas fotografías, con una extraordinaria calidad de luz y de color (incluso las que estáne n blanco y negro), no hay nada fortuito. Examinan la situación del mundo, arrebatadoramente hermoso pero también destructivo, amenazante.

De las 45 obras que se exponen, llaman poderosamente la atención los coches quemados, metáforas de un inquietante presente y anuncio del holocausto del planeta. El mensaje que parece transmitir el fotógrafo es que «el mundo está conformado por acontecimientos catastróficos», que «nuestras vidas están conformadas por pequeñas catástrofes», que «todos esperamos pacientemente el fin del mundo».

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