Wall Street calentó motores con un dato de peticiones de subsidio de desempleo peor de lo previsto por los analistas. El dato que podría haber cambiado el rumbo de las caídas marcadas desde primera hora por Europa no serviría por lo que se esperaba una apertura claramente a la baja.

Pero aún hubo más. De entre la cascada de datos que se hicieron públicos en la primera hora de sesión, ninguno fue claramente positivo y uno fue realmente negativo. El Philly Fed, que mide la confianza empresariales en el área de Filadelfia cayó a su peor nivel en más de dos años. El desastre quedaba anunciado y finalmente se produjo.

Los índices americanos han perdido buena parte de lo avanzado en los últimos días y amenazan con perder lo que resta en un santiamén. Lo peor es que esto tiene toda la pinta de que puede derrumbarse definitivamente. Las fuerzas han desaparecido por completo y, lo que es peor, las ganas no parecen sobrar tampoco.

¿Posibilidades de reacción? En realidad eso siempre puede ocurrir, incluso en el momento más inesperado, pero tiene toda la pinta de que los índices americanos necesitan encontrar un nuevo fondo y que los europeos no tienen más alternativa que seguir a pies juntillas el movimiento resultante al otro lado del Atlántico, tenga el sentido que tenga.

El sentido de hoy fue profundamente a la baja. El Dow Jones volvió a perder más de 400 puntos y se dejó un 3,68%, en tanto que el S&P 500 retrocedió un 4,46%. Al Nasdaq Composite le fue aún peor y perdió un 5,22%.