Con la pancarta imaginaria de “no a todo”, el presidente del PP, Pablo Casado, aprovechó el pleno del Congreso para rechazar el diálogo con Cataluña e imputar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la deconstrucción de España. Según sus palabras, la Mesa de Diálogo con Cataluña, que se reunía por primera vez la tarde del miércoles, 26 de febrero, es “la mesa de despiece” de la unidad de España. “Usted se dispone a resetear la Constitución”, dijo a Sánchez, quien de sobra sabe que en Génova, 13, son expertos en reseteos y borrados de discos duros aunque sea a martillazos, pero se lo calló.
Casado acusó a Sánchez de reunirse poco menos que con un monstruo, el presidente “inhabilitado” de la Generalitat, de “quemar los Presupuestos” con la elevación del salario mínimo, de crear “pensionistas de primera y de segunda” con los traspasos pendientes al Gobierno vasco y hasta de “invitar a Otegi a Doñana”. Si no le culpó de la expansión del coronavirus debió de ser porque no se le ocurrió, pero sí le reprochó que el ministro de Sanidad, el catalán Salvador Illa, fuera a la mesa de diálogo en vez de ir (con red y mascarilla) a la caza del virus, como harían sus antecesoras Celia Villalobos, Ana Mato e incluso Alfonso Alonso, que también fue ministro de Sanidad.
Puesto que la pregunta de Casado interesaba el modo de garantizar la igualdad de los españoles, Sánchez le respondió: “Con una política de justicia fiscal, con medidas sociales y con diálogo. Ojalá nos podamos encontrar en alguna de esas políticas en beneficio de los ciudadanos”. Sobre la Mesa con Cataluña sólo dijo: “Hemos heredado un fiasco”. Y trató de convencer al de Palencia de que el diálogo sirve para defender la unidad del conjunto de España y la convivencia de todos los españoles. Citó al defenestrado Alfonso Alonso antes de afirmar que “no se puede entender España sin su diversidad; ustedes confunden igualdad con uniformidad”. De la Mesa con Cataluña no ocultó que “el camino será difícil, largo y complejo”, pero se mostró convencido de que si se superan los rencores acumulados durante los siete último años “habrá reencuentro”.
De la primera reunión de la Mesa entre el Gobierno y la Generalitat catalana cabe esperar una aproximación de la agenda. El Ejecutivo de Sánchez se ha mostrado flexible con la fecha y los representantes designados por la Generalitat (dos ni siquiera forman parte del Ejecutivo catalán, como se acordó en principio). También cabe esperar que ERC y el PDeCAT respalden el jueves en el pleno del Congreso el techo de gasto público propuesto por el Gobierno para, a continuación, presentar el Presupuesto del Estado. Lo contrario sería un nuevo bloqueo, perjudicial para todos, excepto para la ultraderecha y los del “no a todo”.
Pese a las dificultades, el Congreso ya ha conseguido (198 votos a favor frente a 134 y 7 abstenciones) aprobar la proposición del PSOE para reformar la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera, de modo que los objetivos no puedan ser bloqueados por el Senado, como propició el PP, haciendo tabla rasa de la Constitución, precisamente. Con este paso previo, los socialistas y sus socios de Unidas Podemos y PNV tratan de avanzar hacia unos Presupuestos más sociales y de demostrar que, como ha señalado Adriana Lastra, el control del déficit no está reñido con el incremento de 2.600 millones de euros más para políticas públicas.
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