Las causas van dese la reducción de los viajes de empresas a la caída del turismo (especialmente por parte de ciudadanos chinos y a las ciudades más afectadas por la epidemia del coronavirus), así como por la decisión de algunas aerolíneas de no volar a destinos que consideran potencialmente peligrosos.
El grupo IAG (formado por British Airways, Iberia, e Aer Lingus, entre otras aerolíneas) comenzó con la suspensión de los vuelos a China, el recorte de los destinados a Hong Kong y a Seúl, mientras que ahora en Europa los ha reducido a Italia. También American Airlines ha anunciado la suspensión de los trayectos a Milán hasta abril. Y Lufthansa ha reconocido que su tráfico mundial se ha reducido el 25% básicamente por la menos demanda.
EasyJet anunció el pasado viernes la cancelación de vuelos al norte de Italia, y la adopción de un plan de de medidas de austeridad por la caída de la demanda y la reducción de la ocupación de los vuelos por el aumento de la incidencia de casos de coronavirus.
En este contexto, algunas de estas aerolíneas han pedido a su plantilla, no sólo a los tripulantes y personal de cabina, que se tomen todas las vacaciones pagadas que tengan acumuladas, si bien también preparan acuerdos laborales para que no acudan al trabajo si no tienen días libres remunerados acumulados.Otra consecuencia de esta situación es la táctica que preparan que se centra en la reducción del precio de los billetes en determinadas rutas con el fin de atraer la demanda.
En este contexto, del que no se conoce cuando cambiará de signo, las aerolíneas se enfrentan en Bolsa a una de las etapas más negras de su reciente historia. Está claro que se trata de un sector muy vulnerable, tanto a los grandes atentados, a las situaciones bélicas o pre-bélicas o a las crisis económicas; o la de ahora, tan poco previsible, relacionada con una epidemia. Con estos parámetros, IAG y Lufthansa, entre otras, se derrumban en Bolsa, y pierden más del 33% en el año. American Airlines cotiza en mínimos de hace cinco años.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) ha cunatificado en 29.300 millones de dólares (27.150 millones de euros) el impacto en los ingresos de las aerolíneas mundiales del brote de la enfermedad.
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