José María Calleja cree que el nacionalismo español crece como reacción al catalán

05/03/2020

Miguel Ángel Valero. El autor de "Lo bueno de España" recomienda combatir ambos "con las armas de la razón y de la inteligencia".

La última obra de José María Calleja, «Lo bueno de España», (Planeta, 347 páginas), se presenta en la Librería Rafael Alberti de Madrid coincidiendo con el 44º aniversario de la matanza de la catedral de Vitoria, con Manuel Fraga, ministro del Interior, vociferando aquello de «la calle es mía».

Para Manuel Longares, profusamente citado en «Lo bueno de España», es una obra que «huye de los tópicos», aunque reconoce que tiene un título «extraño». «Es un libro que habla de España, de sus enemigos, y también de sus amigos», desde una visión personal y una posición de izquierda progresista. La obra ya va camino de su segunda edición, cuando apenas lleva unas semanas en los escaparates, según la editorial.

En la presentación del libro, el autor se queja de que «los que estamos contra la dictadura, éramos antiespañoles; en la dictadura de ETA y del nacionalismo vasco, te llamaban ‘españolazo'». «Y lo peor es que el nacionalismo catalán reproduce ese mecanismo», advierte José María Calleja.

«Hay un tronco carlista que une el nacionalismo vasco con el catalán, que es profundamente reaccionario, religioso, integrista, y todos son enemigos de la idea de la convivencia», insiste el autor. «La izquierda no puede ser nunca nacionalista porque reivindica la igualdad», recalca. Frente al radicalismo del nacionalismo catalán, «donde hay una generación de jóvenes educados en la xenofobia, en el odio a lo español», el vasco «ahora va con la calculadora».

Destaca también el «desapego de la izquierda a la idea de España», fruto de 40 años de dictadura franquista y de tantas acusaciones de antiespañoles. Y cree que el nacionalismo españolista, que nace como reacción al catalán, «no es la solución para la convivencia».

«El nacionalismo vasco que mataba a través de ETA no produjo una reacción nacionalista españolista, que si se produce con el catalán, donde hay una política sistemática de exterminio del que piensa diferente», subraya José María Calleja, que recomienda combatir ambos «con las armas de la razón y de la inteligencia».

«¿Cómo es posible que gente joven, educada en la democracia y en la libertad, vote a Vox?», se pregunta. Y se contesta: «por la fractura del sistema y porque el nacionalismo catalán es una fábrica de nacionalistas españolistas». «Ese franquismo que desapareció tras la muerte de Franco ha salido del armario clamando contra la dictadura progre y contra la derechita cobarde, y reclamando mano dura», explica

Entre lo bueno de España, la Constitución, que recoge «valores progresistas, socialdemócratas»; la transición, que según José María Calleja comienza cuando en 1956 el PCE, «que ha jugado un papel decisivo en el proceso», lanza la Política de la Reconciliación. El autor recuerda la lección que dieron los comunistas tras la matanza de Atocha, y lo que decía el ministro de Defensa, Manuel Gutiérrez Mellado: «aprendamos de la clase obrera y de cómo entierran a sus muertos».

En la lista incluye las autonomías, «que generan más ventajas que inconvenientes»; la ley del matrimonio homosexual, que «cambió la percepción de España en el extranjero». Pero también «esa movilizacion de la calle, de los estudiantes y trabajadores, que fue la que trajo la democracia a España».

 

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