
Uno de lso doce viveros que Geremar tiene en la bahía de Los Cristianos, en Tenerife (fotografías de Miguel Ángel Valero).
La bahía de los Cristianos, en Tenerife, cuenta con una granja de acuicultura de Gestión de Recursos Marinos (Geremar), empresa creada en 1992 por Carlos Rendón, que es también presidente de Apromar (Asociación Empresarial de Acuicultura de España) y uno de los impulsores del sello Crianza de Nuestros Mares, desarrollado en 2015. Esta instalación acuícola marina, situada en el sur de la isla, posee una docena de viveros, que generan más de 100.000 kilogramos anuales de pescado por instalación, que en menos de 36 horas, permite tener en el punto de venta pescado de una calidad extraordinaria.
Las excelentes características del archipiélago canario, especialmente por mantener una temperatura constante, sin oscilaciones bruscas, a lo largo de todo el año, permiten el rápido crecimiento de las especies criadas en estas granjas. En esos viveros, lubinas, doradas y corvinas alcanzan el peso óptimo, que oscila entre los 400 gramos y los 500 gramos por ejemplar.
«Somos una empresa canaria dedicada a la acuicultura desde 1992, comprometida con los valores de nuestro entorno y región así como respetuosos y comprometidos con el medioambiente y bienestar animal», explica Carlos Rendón. En los viveros, colocados en mar abierto a milla y media de la costa, se cría lubina, dorada y corvina, mediante una cuidadosa alimentación, vacunación, y control del agua. La certificación GlobalGap acredita la calidad en cada uno de los procesos de producción.
El resultado es «un producto de máxima calidad, que cumple con todos los requisitos de seguridad alimentaria exigidos por la normativa vigente, criado en un entorno libre de anisakis», que se comercializa tanto en pescaderia convencional como en grandes superficies de Canarias, la Península, y el resto de Europa.
La producción de doradas, lubinas y corvinas a través de la acuicultura genera en Canarias un volumen de negocio de unos 50 millones de euros. El 90% de ese pescado se destina al mercado peninsular y también al británico.
La trazabilidad es un elemento fundamental en el proceso de acuicultura, ya que tanto desde el nacimiento de los peces, hasta el pienso que ingieren, basado en proteínas y aceites de origen marino autorizado en la Unión Europea, se analizan en diferentes controles de calidad teniendo como resultado final un pescado libre de microplásticos y sin presencia de anisakis, explican los promotores de Geremar.
El viceconcejero del Sector Primario del Gobierno de Canarias, Álvaro de la Bárcena, ratifica el apoyo a esta actividad. “Dentro de la estrategia comunitaria de Economía Azul, se apoya la acuicultura basada en su seriedad medioambiental, seguridad alimentaria y calidad óptima”, subraya. También destaca la importancia del sector de la acuicultura al conjunto de la economía insular, al tratarse de “un generador de empleo cualificado que impulsa una importante cadena de suministros basada en el consumo de pescado de calidad”.

Corvina con algas, elaborada por La Posada del Pez, de Carlos Freco.

Dorada con guacamole, elaborada por La Posada del Pez, de Carlos Freco.
Crianza de Nuestros Mares, que llevó a un grupo de periodistas a estos viveros de Geremar en la bahía de los Cristianos y donde disfrutaron de diferentes preparaciones basadas en doradas, lubinas y corvinas elaboradas por Carlos Fresco, propietario del restaurante La Posada del Pez, en San Andrés, nació en 2015 para consolidar la acuicultura de sostenibilidad. Es un sello de garantía de la calidad de sus pescados, frente a los que llegan de los mares turcos o griegos.
Se trata de una una iniciativa de los cinco productores más importantes de pescados españoles de acuicultura marina: Frescamar, en Castellón; Geremar, en Canarias; Piscialba y Grupo Culmarex, en Murcia, y Aquanaria, en Cantabria. «Doradas, lubinas y corvinas abanderan un sello que es garante de frescura, seguridad alimentaria y sostenibilidad, ya se trata de pescados que han sido criados en las costas españolas y tardan menos de 36 horas en llegar al mercado», señalan en Apromar.
Esta asociación representa todas las formas de acuicultura que se realizan en España y que suman una producción de más de 70.000 toneladas anuales de dorada, trucha, rodaballo, lubina, anguila, lenguado, esturión, corvina, almejas, abalones, ostras, microalgas y langostinos.
Sello de calidad

Corvina, dorada y lubina de las granjas de acucultura de Geremar en la bahía de Los Cristianos.
«Las lubinas, doradas y corvinas criadas por la acuicultura marina en las aguas de nuestras costas son un referente mundial de calidad, sostenibilidad y seguridad alimentaria. El sello de origen Crianza de Nuestros Mares es la herramienta que nos permite reconocerlas en el punto de venta. Una elección con la garantía que representa el origen nacional. Una apuesta por la cercanía frente a los pescados de importación, que pasan entre cuatro y seis días de transporte antes de llegar a las pescaderías», añaden.
«Para hacerlo realidad, ha sido necesario implementar unos estándares de calidad óptimos en todo el proceso productivo que abarca desde el nacimiento de los peces hasta su llegada a los puntos de venta», explican en Crianza de Nuestros Mares.
«Un grupo de empresas ha hecho una apuesta decidida por la calidad, la frescura, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad, como elementos para lograr una clara diferenciación de sus productos de origen nacional, frente a los pescados que llegan de aguas lejanas, como las de los mares turcos o griegos», insisten. «Es un sello de origen que sirve para identificar y disfrutar los productos de calidad diferenciada y frescura garantizada que han sido criados en las costas españolas, en el mercado en 24 horas, frente a las extranjeras, con un mínimo de cuatro días de desplazamiento», resaltan en Crianza de Nuestros Mares.
Doble normativa de calidad
Las doradas, lubinas y corvinas amparadas por el distintivo de calidad Crianza de Nuestros Mares proceden, en exclusiva, de granjas ubicadas en mar abierto frente a las costas españolas. La totalidad de su sistema de producción se desarrolla bajo un doble marco normativo, lo que multiplica las garantías para el consumidor final. Por un lado, bajo la normativa europea, una de las más exigentes del mundo, que regula la actividad acuícola en todos los países de la Unión. Por el otro, una norma de calidad propia añade requisitos extra a toda la cadena, lo que supone un aval de confianza mayor en el producto final.
Para poder ser distinguidas por el sello Crianza de Nuestros Mares, nuestras lubinas, doradas y corvinas deben:
- Ser especies autóctonas de su zona de producción.
- Haber sido alimentadas, en exclusiva, con piensos autorizados en la UE y cuyas materias primas marinas hayan sido obtenidas de manera responsable (con un sistema de gestión ambiental y de buenas prácticas de manipulación y producción).
- Proceder de granjas integradas en una Agrupación de Defensa Sanitaria (ADS) para asegurar el más alto nivel sanitario de los peces.
- Haber comprobado en los peces, a lo largo de su crecimiento y mediante analíticas regulares, la no presencia de anisakis.
- Haberse criado en granjas marinas optimizadas para minimizar el impacto en el medioambiente.
- Asegurar el origen y la trazabilidad del pescado, a lo largo de todo el proceso y de manera exhaustiva, desde la cría hasta su comercialización.
Las doradas, lubinas y corvinas de Crianza de Nuestros Mares solo pueden proceder de instalaciones en mar abierto ubicadas en los mares y océanos que bañan las costas de España. La proximidad es uno de los requisitos imprescindibles para alcanzar la máxima frescura. Desde que estos pescados salen del agua hasta que llegan a los puntos de venta, apenas pasan de 24 a 36 horas. En este recorrido, la temperatura también juega un papel esencial. Una cadena de frío optimizada, que nunca supera los 4 ni desciende por debajo de los 0 grados, desde el origen hasta la pescadería, es necesaria para conservar la frescura del producto.
«La implementación de un trasporte optimizado y su perfecta coordinación con las salidas del mar, permiten una conservación insuperable de la frescura con la que nuestras doradas, lubinas y corvinas pueden ser disfrutadas. Algo que el propio consumidor puede comprobar, cuando se trata de formatos enteros, observando la piel brillante y tersa de estos pescados, su aroma fresco o los ojos, convexos y con la córnea transparente. Las branquias también son testigos habituales de frescura», explican en Crianza de Nuestros Mares.
La entidad responsable de que toda la producción de estos pescados se realice de acuerdo a la normativa específica del sello, así como de controlar que los marchamos de calidad sean portados efectivamente por pescados merecedores de ello, es Bureau Veritas.
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