Corinna fue princesa gracias a los Sayn Wittgenstein, familia del duque de Alba

11/03/2020

Carmen Duerto.

Posiblemente a Carlos Fitz-James Stuart, duque de Alba y duque de Berwick, no le guste la incómoda notoriedad de sus antepasados los Sayn Wittgenstein, que llevan años de máxima actualidad por su breve vinculación familiar con Corinna, receptora de una ingente cantidad de millones “donados” por el rey Juan Carlos de Borbón para ella y su hijo. La ahora llamada Corinna Larsen, recupera su apellido de soltera, fue también la princesa Corinna Zu Sayn Wittgenstein Sayn. Así llegó a nuestras vidas y así supimos de la existencia de tan antigua estirpe de nobles alemanes.

Todo comenzó mal en el año 2000 cuando Corinna Larsen se casa con 35 años con el príncipe, Casimir zu Sayn Wittgenstein de 24. A los nobles familiares no les gusta la novia y no acuden al enlace. Al año de la boda tienen un hijo, Alexander Kyril y se divorcian cruentamente porque ella sabe de la importancia de un título y lucha por mantenerlo. Aunque en Alemania se abolió la monarquía después de la Primera Guerra Mundial y se eliminaron los títulos nobiliarios, algunos nobles incorporaron el topónimo de sus condados o títulos a los apellidos. El divorcio fue cruento no solo por el dinero, principalmente lo fue por el tratamiento. Los suegros, los príncipes Gabriella y Alexander, querían recuperar el título y el tratamiento de princesa que usaba Corinna. Finalmente lo consiguieron pero no el uso del apellido que no pudo volver a casa hasta que Casimir volvió a casarse en junio del año pasado con una ex modelo americana, Alana Bunte de 29 años, con la que está esperando al que será su segundo hijo. Con ese enlace, Corinna tuvo que abandonar el aristocrático Zu Sayn Wittgenstein Sayn y regresar al plebeyo Larsen. Sus ex suegros, los príncipes Alexander y la condesa Gabriella Sayn Wittgenstein Sayn y sus seis hijos vivos,(Filippa murió); Heinrich, Alexandra, Casimir, Ludwig, Sofía y Peter, respiraron felices.

Pero posiblemente la historia de amor más novelesca de la familia, exceptuando la de Corinna, fue la de la princesa polaca, Carolyne zu Sayn Wittgenstein. Una princesa católica, que se separó de su marido para vivir una historia de amor con el músico, Franz Liszt. La pareja quería casarse pero hasta el Zar ruso medió para impedirlo y el músico acabó tomando las órdenes menores de los Franciscanos en Roma, que es donde tenía pensado casarse con su princesa. El caso de Corinna y de don Juan Carlos, no ha sido el único rocambolesco en la familia porque ha habido otros deslices regios, concretamente el que une el linaje de los Zu Sayn Wittgenstein con el duque de Alba actual. Carlos Fitz-James Stuart, antepuso el apellido materno al paterno de Martínez Irujo, por su ancestro el Duque de Berwick. Jacobo Fitz-James hijo ilegítimo del rey Jacobo II de Inglaterra y de Arabella Churchill, hermana del duque de Marlborough, es el que enlaza a los Alba con los Zu Sayn Wittgenstein. En el culebrón familiar también tienen en la actualidad casos paradójicos, como el de Gustav, que es el 7 príncipe Sayn Wittgenstein de la rama de los Berleburg. Es hijo de la princesa Benedicta de Dinamarca, hermana de la reina Margarita. Dado que su abuelo apreciaba a los nazis y de ahí que valorase la supremacia de la genética pura, se encargó que sus descendientes se mantuvieran puros, impidiéndoles casarse con un plebeyo. De ahí, que Gustav, no pueda oficializar una boda con su pareja, la escritora, Carina Axelson con la que vive y tiene un hijo pero con la que no firma papeles para no perder su título de príncipe. Los de la rama Sayn no son tan puristas, de ahí que Corinna, plebeya, pudiera casarse con su príncipe.

Y como todas las grandes familias también cuentan con tragedias. La hermana pequeña del ex marido de Corinna, la princesa Filippa, se mató en un accidente de coche a los 21 años, tres meses después de haberse casado con un conde italiano. Los ex suegros de Corinna, encontraron los diarios de su hija y decidieron publicarlos en 2005, con el título de “El ángel de Filippa” que tiene tanto éxito que con lo recaudado crearon la ONG “El ángel de Filippa” que premia a jóvenes europeos que destacan por sus proyectos sociales, culturales o medioambientales. También tienen en la familia princesas más prosaicas, como Franziska zu Sayn Wittgenstein  que trabaja como gerente de proyectos en Siemmens en Colonia, Alemania o Nathalie zu Sayn Wittgenstein que es entrenadora nacional danesa del equipo de hípica.

Los Sayn-Wittgenstein-Sayn ya van por la 27 generación documentada, de ahí que sean una de las familias nobles más antiguas de Alemania. Los patriarcas, los príncipes Alexander y Gabriella, viven en el Castillo de Sayn, edificado en una colina y rodeado de jardines con una reserva de mariposas. El castillo, igual que hace el duque de Alba con sus mansiones, se puede visitar e incluso alquilar para celebraciones y bodas. Algún día lo heredará Heinrich, que vive en Milán con su esposa Priscilla y sus dos hijos donde tienen una firma financiera. Su hermana la princesa Alexandra se casó con el conde Stefano Hunyady de Kéthely, viven en la Toscana con sus dos hijos, donde él se dedica a la fotografía. El ex marido de Corinna, el príncipe Casimir es propietario de una institución financiera que desarrolla proyectos de agricultura en América del Sur el año pasado se casó con Alana Bunte, de origen colombiano y que estudio arte y diseño en Central Saint Martins en Londres, donde viven. Filippa estudió fotografía y cocina italiana, se casó con el Conde Vittorio Mazzetti y tres meses después de la boda murió, a los 21 años, en un accidente de coche en Bristol, Inglaterra. Louis se casó con la condesa Philippa Spannocchi, viven en Viena con sus dos hijos, donde el príncipe trabaja de Jefe de Retail para una firma. La princesa Sofía se graduó en arte y vive en Londres  y el príncipe Peter estudió en el Instituto de Empresa de Madrid, donde montó un servicio de reparto a domicilio de sushi. Ahora vive en Japón donde tiene varios negocios con un par de socios.

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