Mejórese y dimita

13/03/2020

Carmela Díaz.

Irene Montero debe recuperarse (lo esencial y prioritario), pedir perdón y dimitir. Cuando se antepone el ideario político, la reivindicación ideológica y los intereses partidistas, no solamente al interés común sino a la salud pública de todo un país, a la ministra no le queda otra alternativa ética y moral que entregar su dimisión. Y los españoles debemos exigirlo por autoestima ciudadana.

En cualquier país de nuestro entorno la celebración de una manifestación política que ha condenado al contagio a muchas mujeres obviando una emergencia sanitaria nacional, también conllevaría la dimisión en bloque del Gobierno. Pero en nuestra querida patria se pone a descerebrados de pancarta al frente de ministerios. Nuestros representantes contaban con datos precisos acerca de la gravedad del coronavirus: eran conscientes de la necesidad de tomar medidas inmediatas para intentar contener su expansión. Pero en vez de actuar con sentido de estado, determinación y planificación, han elegido irresponsabilidad, incompetencia e improvisación.

¿De qué sirven personas al mando que disponen de información privilegiada si son incapaces de tomar decisiones? Nos gobiernan inexpertos, ignorantes, mentirosos, narcisistas e insensatos; tenemos representantes carentes de escrúpulos cuyo único objetivo es cortoplacista; nuestros políticos están focalizados en engordar sus caladeros de votos y sus intereses personales, en vez de prevenir tragedias o velar por el bien común. Los ciudadanos estamos desprotegidos porque los que tienen que salvaguardar nuestra seguridad, son ineptos y sectarios. Cuando han de enfrentarse a un problema grave y real para el que se requiere conocimiento, imparcialidad, claridad de ideas y autoridad moral, responden con lo único que dominan: la verborrea fácil, los discursos vacíos, la política efímera, y los mensajes demagogos que provocan trending topics.

Estamos en manos de gente que desconoce cómo enfrentarse y solventar una crisis. De dirigir un país ya ni hablamos. Irene Montero ha sido víctima de su propia incompetencia; el problema es que esa ignorancia -no exenta de cierta dosis de malicia- puede llevar al abismo sanitario al país. Flaco favor ha hecho a las mujeres, al lobby feminista que la sostiene y jalea y hasta a su propio partido, empeñarse en celebrar lo que no se debe cuando el resto del mundo te está mostrando por adelantado las consecuencias. Su infantilismo manifiesto también ha puesto en entredicho al Gobierno que le ha regalado su cartera, un ejecutivo que eligió la rentabilidad ideológica frente a la salud pública. Si la cúpula de Podemos se desmorona, va a salpicar a Pedro Sánchez hasta las entrañas.

La gravísima situación sanitaria actual -y la crisis económica a la que nos enfrentaremos en los próximos meses- nos demuestra la temeridad de los que manejan el timón de España. Cuando esta virulenta pesadilla se aleje, habrá demasiadas cosas que recomponer y serán necesarios líderes competentes para dirigir la recuperación. Expulsar a estos desvergonzados del escenario público es la sanción que deben recibir por parte de la ciudadanía a causa de su negligencia, torpeza y nefasta actuación en una situación en la que está en juego la vida nuestros seres queridos.

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