Recientemente, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, propuso regularizar las cajas botín de los videojuegos. También conocidas como loot boxes (su nombre en inglés), se trata de un sistema que algunas compañías utilizan para ganar más dinero: dan la posibilidad al jugador de comprar un paquete en el que se incluyen varios premios o utilidades, por ejemplo, un arma, una llave, un escudo, etc. que permiten avanzar en el juego. El problema es que en ese paquete no tiene por qué venir incluido el premio que el jugador necesita en ese momento. De esta manera, el gamer se ve obligado a comprar más cajas botín si quiere encontrar la que busca para progresar en el juego.
“En vez de comprar un producto en concreto, se compra un producto que te da acceso aleatoriamente a muy diversos premios, y puede ser que incluya el que tú quieres o puede ser que no. Si no te toca, genera una ansiedad que te incita a volver a gastar dinero para ver si ahora sí te toca. Esta dinámica está basada en lo que en psicología se llama el no cierre del circuito de recompensa, y es la misma con la que funcionan las máquinas tragaperras, así que pueden generar una adicción similar a las de estas”, explica Jose de Matías, director académico de The Global Esports Academy. Y añade: “Por eso nuestra opinión y la de muchísimas personas del mundo del videojuego, es que deberían limitarse este tipo de dinámicas a personas mayores de edad, exactamente igual a cómo se hace con las tragaperras, las casas de apuestas o los casinos online”.
Las cajas botín no se encuentran en todos los videojuegos, de hecho están en una minoría, pero algunos de los que sí las incluyen son muy populares, como League of Legends (recomendado para mayores de 12 años) o el FIFA (recomendado para mayores de 3 años). Para comprarlas se necesita una tarjeta de crédito. Una sola compra no supone mucho dinero. “Legalmente es posible incluir las cajas botín en los videojuegos, pero se sabe que este tipo de dinámicas puede producir un trastorno del comportamiento que es adictivo”, señala Jose de Matías.
El papel de los padres resulta fundamental para evitar este riesgo: “Lo ideal es que sepan a qué juegan sus hijos, y si el juego al que juega tiene este tipo de dinámicas, y por supuesto, que sepan en qué gastan el dinero sus hijos en la red. Esa es la única manera de controlar este tipo de cosas al 100%”.
En Bélgica, la solución frente a esta dinámica de los videojuegos pasó por su prohibición. “Lo que debería hacer el Gobierno es seguir el camino de Bélgica o permitir incluirlo pero cambiando la edad recomendada del juego a mayores de 18 años y prohibiendo su venta a menores. Se sabe que esto puede producir adicción, pues no se lo neguemos a todo el mundo, pero a los menores sí, al igual que sucede con el tabaco o el alcohol”, opina Jose de Matías.
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