La selva es pura analogía de la vida

27/03/2020

Miguel Ángel Valero. La última novela de Carmela Díaz, "Tú llevas su nombre", muestra la sabiduría de los mayas, que recomiendan "sorprendernos con lo que la vida nos traiga aprovechando cada cosa para el aprendizaje".

«Tú llevas su nombre», la última novela de Carmela Díaz (La Esfera de los Libros, 437 páginas) es la historia de Katherine Kelly, Kitty, que viaja a Yucatán para vender una hacienda de henequén heredada por su familia porque se va a construir un hotel de ultralujo, y para tratar de olvidar una traición amorosa. Como ella misma confiesa está «huyendo de nosotros mismos, de nuestros fracasos».

Las obras afloran los restos de Guadalupe Montenegro, una antepasada que desapareció sin dejar rastro alguno durante los primeros momentos de la Revolución en México.

Una novela histórica, romántica, con sus gotas de leyenda (la Ciudad del Jaguar) y de cosmología maya, que seduce y que invita a ir corriendo a la agencia de viajes para visitar Tulum, la paradisíaca isla de Holbox y todo el Caribe mexicano.

Pero «Tú llevas su nombre» es eso y mucho más. Es una novela que enseña que la selva es «pura analogía de la vida». Que, como dice José Ángel Buesa, «el olvido, como un agua maldita, nos da una sed más honda que la sed que nos quita». Que «regresar al caos urbano dejando atrás el paraíso hecho realidad es frustrante y te hace reflexionar sobre si la vida que llevas es realmente la que deseas».

En ese sentido, la dueña del hotel en Holbox afirma que «uno de los retos más hermosos que nos planteamos aquí cada nuevo amanecer, y que además nos enriquece, es conseguir que cada persona que nos visita consiga reflexionar, detenerse, entregarse y encontrar paz en su interior».

Con esta novela se aprende que «la mejor venganza era el éxito», que en la selva se puede apreciar «el poder infinito de la tranquilidad y del silencio». Que los mayas recomiendan «sorprendernos con lo que la vida nos traiga aprovechando cada cosa para el aprendizaje», porque «no hay muerte, solo un cambio de mundos».

«Estamos tan absorbidos por el empirismo, el hedonismo y, por supuesto, el materialismo, que muchas veces somos incapaces de apreciar lo que el universo nos quiere contar», nos dice Kitty.

La obra incluye una cita de Octavio Paz: «la irrealidad de lo mirado da realidad a la mirada». Y otra de Chavela Vargas: «para creer hay que sentir la necesidad de creer».

En las páginas 356 a 358 uno encuentra lo que no esperaba, posiblemente el mejor autorretrato de un ‘tiburón’ financiero.

Y que hay un refrán mexicano que dice que «el que mata a puñaladas no puede morir a besos».

«Tú llevas su nombre» nos muestra que «viajar es el aderezo de la memoria: nunca regresamos siendo los mismos porque la odisea nos enriquece.

Pero, sobre todo, nos deja una gran lección: «todos llegamos al mundo con una cuota de felicidad determinada». «Algunos la desprecian, la ignoran e, incluso, puede que no sepan aprovecharla». «Otros, sin embargo, saben sacarle el máximo partido. Pero no es un cupo infinito ni extensible, puedes malgastarla, pero jamás incrementarla. No podrás disponer de más cuota de felicidad de la que te correspondió cuando viste la luz. Por eso la vida no ofrece una dicha lineal ni permanente, sino momentos felices; los que van conformando la cuota que te corresponde».

 

 

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