De tener una posición casi neutra ante los efectos del coronavirus, el primer ministro británico, Boris Johnson, ha pasado a entrar de lleno en las consecuencias de esta crisis en algunos sectores clave de la economía. Y las compañías aéreas forman parte de ese colectivo. Los problemas que atraviesa British Airways, del grupo IAG, para los que no se percibe todavía la luz detrás del túnel, ha llevado al premier británico a plantearse la nacionalización de la compañía: Volver a los orígenes.
Ahora Reino Unido no tiene ya que dar explicaciones a las autoridades de Bruselas, además de que la UE ha relejado la posibilidad de aportar dinero público a las aerolíneas. En la Europa continental el panorama no es muy diferente, el Gobierno de Francia mantiene conversaciones con Air France, mientras que el alemán está en contacto con Lufthansa. En ningún caso se descartan fuertes medidas de apoyo que permitan la supervivencia de estas aerolíneas que fueron las compañías «de bandera»-
En España, para Iberia y otras aerolíneas, las circunstancias son similares. Ahora está inmersas en un drástica reducción de su planes de vuelo, al tiempo que gran parte de sus plantillas sufre expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).
Si bien, en estos procesos el futuro de Iberia y el de Bristish Airway (las dos grandes aerolíneas de IAG) caminan por senderos diferentes, bajo los paraguas de España y la UE, por un lado, y de Reino Unido, por otro. Y más con los planes de nacionalización de Johnson. Panorama que cuestiona a IAG como grupo. Existe la posibilidad, que parece difícil, que la salvación del grupo se haga de forma coordinada entre los Gobiernos de Madrid y Londres.
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