La solidaridad sigue, como puede, saliendo a la calle

24/03/2020

Maite Vázquez del Río.

Más de una semana en aislamiento. Conectados al mundo a través de la tele, la radio,  las redes sociales y el móvil. Trabajando desde casa. En la calle los pájaros están extrañados e incluso, no sé por qué, se ven menos. Pocos coches, con menos alarmas de ambulancias y los transeúntes caminan escasos y espaciados, con el carrito de la compra y bolsas. Los primeros días llamaba la atención cómo los comercios, bares, cafeterías, restaurantes… de nuestro paisaje urbano estaban cerrados. Ahora llama la atención qué sigue aún abierto.

A través de los cristales vemos cómo cae la lluvia y nos atrevemos a sacar las manos para mojarnos, y otro día sale el sol y entonces estiramos la cara para poder alcanzar algún rayo. La vitamina C, nos han dicho, ayuda a protegernos. El acto más social es abrir la ventana a las ocho de la tarde para aplaudir durante unos minutos. Intentando poner todo el entusiasmo como si nuestros sanitarios, bomberos, policías o guardias civiles… fueran los protagonistas de nuestro concierto diario.

Y una vez a la semana a hacer la compra. Salir protegidos como podemos con marcarillas, los que han podido conseguirlas, guantes, bufandas… cualquier cosa que nos tape nariz y boca, y mirando de reojo para no acercarnos o que se acerquen más de ese metro o metro y medio que nos han aconsejado. Parada obligatoria a la entrada del super, en una fila alargada y silenciosa y a esperar que salga un cliente para entrar el siguiente. Aprovechamos para respirar aire fresco, aunque con menos intensidad porque aunque el contagio no es por aire, a estas alturas de la pandemia, ¿quién sabe?

Y a vivir con esta impotencia. Por no poder hacer nada como ayudar a la gente que se está dejando la piel por cuidar de nuestros enfermos; a los que luchan a contrarreloj por levantar hospitales más deprisa que los chinos… son tantos los que se están jugando la vida por atender nuestras necesidades…

Entremedias. nos llegan noticias de empresas y personas que nos sorprenden. Desde compañías como Inditex que se dedican a confeccionar mascarillas, a personas que utilizan sus impresoras 3D para fabricar pantallas protectoras para los ojos y la cara o familias que hacen lo mismo con carpetas de plástico… Y donaciones desde todos los sitios a hospitales y personal sanitario. Nos dejan acceder gratis a cursos, nos mandan videos con todo tipo de consejos, crean canciones, nos regalan composiciones musicales, nos enseñan a hacer magia o ejercicio físico o cocinar… De alguna manera el ingenio español lucha por no quedar aislado y la solidaridad sigue, como puede, saliendo a la calle.

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