Menos mal que no mandan ellos

27/03/2020

Josep M. Orta.

Soy muy crítico con la gestión que el Gobierno está haciendo de la pandemia del coronavirus. Nunca me ha gustado su prepotencia, su jacobinismo, su miedo a tomar medidas preventivas adelantándose a los acontecimientos con lo que al final logran crear el pánico con sus chapuzas.

Dicho lo cual celebro que estén gobernando los socialistas, no por que lo hagan bien si no por el terror que me produce que hubieran dirigido esta crisis los del trifachito. Baste recordar la gestión que en su momento hicieron con el aceite de colza (“el bichito que si se cae se muere”) o de aquellos hilillos aparentemente inocuos que provocaron el chapapote, o del accidente del Yak42 por no hablar del “ha sido ETA” de los atentados de Atocha o de la privatización de la sanidad pública en algunas comunidades.

Sólo el pensar que los Abascal, Casado, Cayetana o Arrimadas hubieran tenido la oportunidad de gestionar esta crisis se me ponen los pelos de punta y me aterroriza aún más viendo las declaraciones que están haciendo estos días. Es cierto que los dirigentes de la derecha no tienen memoria y cambian de discurso según sus conveniencias. Es para hacérselo mirar.

Es cierto que en días previos al confinamiento hubo masivas concentraciones por el día de la mujer, pero no es menos cierto que algunos partidos hicieron convenciones, que hubo actividades deportivas, que la gente podía pasear por las calles o ir a espectáculos, que el transporte público funcionaba. La imprevisión y el miedo a alarmar propició la posibilidad que los contagios se produjeran en cadena. Es de mal nacido culpar a la concentración feminista de haber propagado el coronavirus, como lo es el pedir que los inmigrantes sin papeles no reciban atención sanitaria, o…

Es evidente que la situación parece descontolada y el Gobierno prefiere equivocarse, o acertar, solo y no escucha a nadie (quizás por no tenerles que dar la razón) pero la oposición más que colaborar en este estado de emergencia lo único que hace es estorbar y buscar supuestos réditos electorales. Y en esta labor cuentan con la inestimable ayuda de determinados tertulianos.

En esta crisis hay héroes y villanos. Los primeros están claros, el personal sanitario y los muchos que colaboran en paliar la situación. Los villanos están a la vista de todos, desde los insolidarios que violan los confinamientos hasta aquellos que ponen todos los palos a las ruedas para deteriorar más la situación. Después están los inútiles que buscan un protagonismo que no les corresponde, desde los que se plantean la epidemia como una guerra hasta los que hacen discursos insulsos en la hora de máxima audiencia televisiva.

Quizás el barco no tenga el mejor capitán, pero en vista de lo que tenemos posiblemente sea el mejor posible.

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