El COVID 19 no va a hacer el trabajo sucio a nadie

01/04/2020

Hernando F. Calleja.

La Historia de la Humanidad está llena de infamias y algunas de las más despreciables son aquellas en las que algunos se han servido de una situación de calamidad o desastre natural o provocado para alterar gravemente o trastocar el curso de las cosas. Como no estoy para erudiciones, que desde que existe Wikipedia ya no son lo que eran, me limito a señalar el papel deshonroso de un personaje como Víktor Orbán, quien aprovechando la crisis del Covid 19 se ha erigido en un gobernante sin freno, dando pasos determinantes hacia la autocracia en Hungría, al obtener del  parlamento poderes omnímodos sin límites temporales.

Por la naturaleza de algunas de las propuestas y presiones del partido coaligado al PSOE, en los últimos días, tal parece que pretendieran obtener poderes amplios, en materias que nada tienen que ver con la verdadera crisis sanitaria que padecemos, sino con medidas de supuesto contenido social y seguro coste económico y medidas estructurales que sobrepasan los límites, no solo de la habilitación parlamentaria del estado de alarma, sino de toda racionalidad política. Pongo por ejemplo lo que he dicho en esta columna varias veces y que ha vuelto a reverdecer estos días. Las alusiones al Artículo 128 de la Constitución que en su punto 1 habla de la subordinación al interés general de toda la riqueza del país y que en su punto 2, señala que mediante ley se podrá acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés general.

La escalada política de los dirigentes del partido coaligado con el PSOE va a más y sus presiones se acentúan. Lo único que hasta ahora ha frenado los ímpetus y exigencias de los populistas de izquierda es la neutralización física impuesta por el confinamiento y, justo es reconocerlo, una parte de los ministros socialistas. Pero es difícil prever cuál será la actitud cuando se pueda salir a la calle, si para entonces se ha vuelto a prorrogar la excepcionalidad de la alarma.

Del Rey abajo, los objetivos de los populistas de izquierda son claramente inconstitucionales y han creído que el Covid 19 les va a hacer el trabajo sucio mediante el enardecimiento de aquellos que se sientan perjudicados por la gestión de la crisis y el amedrentamiento de todos los demás, después de tanto sufrimiento y temor.

No queda muy gallarda la figura de quienes se escudan en una calamidad como la que sufrimos para obtener réditos políticos y económicos. De esos hay unos cuantos en casi todos los partidos, especialmente nacionalistas catalanes y populistas de derecha y también en los sindicatos, a los que el chorreo de millones les ha hecho despertar de su letargo burocrático. Pero de lo que hablo va mucho más allá. A lo que me refiero es a la conquista de posiciones de poder político, administrativo y económico que pretenden que sean irreversibles, y que lo serían de conseguir sus propósitos.

Oigo y leo varias veces al día que cuando esta plaga mundial se disipe surgirá un mundo nuevo, que cada uno identifica con sus ideales, un mundo más limpio, un mundo más solidario, un mundo más cordial y amistoso. Todavía no he leído ni oído el deseo de un mundo más libre porque cada ser humano seamos más libres.

Es vehemente mi deseo de que no ocurra lo que presagio y expongo con toda claridad, pero lo digo porque todavía puedo expresar con nitidez mi pensamiento, aún a sabiendas de que algunos de mis amigos pueden acabar por no serlo o por disimular su contrariedad, pretextando una extravagancia más del que suscribe.

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