Democracia olímpica

31/08/2011

diarioabierto.es.

Hasta la semántica se marea en este viaje desnortado del último gobierno Zapatero de tal modo que a la improvisación se le llama urgencia y lo que se tilda de consenso apenas alcanza la categoría de apaño. No son confusiones inéditas en un país en el que las mayorías absolutas se equivocan con absolutismos parlamentarios y se gobierna no sólo como si se tuvieran muchos votos sino como, si además, se poseyera toda la razón. Así nos va. La táctica del apabullamiento aritmético agrede el espíritu democrático. Ese restregar en la tribuna la suma de escaños de PSOE y PP como si en vez de ser una suma se tratase de la revelación divina de la verdad, más que argumento político en no pocas ocasiones es simplemente coartada para la tropelía.

La sesión del Congreso que fuera testigo de uno de sus momentos más emotivos, ese merecido aplauso a la luchadora Uxue Barko, también sirvió de atrezzo para apuntalar estas apreciaciones. Bastó ver cómo el portavoz socialista José Antonio Alonso dedicó buena parte de su discurso a alegar excusas en vez de a aportar convicciones. No hacen falta ni alforjas ni siquiera riñonera para llevarnos a la conclusión, después de tan tediosa travesía, de que los ciudadanos elegimos a los gobiernos para que ocupen los sillones del Consejo de Ministros aunque en realidad quien se ocupa de gobernar son los mercados. Y a esos no hay nadie que los reforme.

Tanta prisa por adelantar las elecciones para que luego te maneje alguien con nombre de chihuahua que ni siquiera se presenta a ellas. No sería pues de extrañar que un hombre remiso al esfuerzo continuado como Rajoy incluya en su programa una sucursal de Moody’s en Moncloa para evitar desplazamientos innecesarios a Las Cortes. Más de uno entendería mejor eso por lo que tiene de práctico que acometer una decisión de tal calado como una reforma constitucional con unos mimbres tan chabacanos e impropios. A uno no le cuesta imaginar, por ejemplo, un “Mariano, soy José Luís” “No, el de los restaurantes no, el presidente” “Oye, que se me ha ocurrido reformar la Constitución” “Vale, vale, tranquilo, cuando acabes la quiniela, te vienes para Palacio” “Ah, y por favor no digas nada al partido” “No, no, me refiero al mío”.

Y si esto se antoja frívolo qué decir entonces de quien salda un cambio en la ley de leyes en menos tiempo que te renuevan el DNI y lo lleva luego al Congreso no para abrir un debate útil sino para quitarse de en medio cuanto antes un trámite engorroso. No haber convocado antes a todos los partidos representados en la Cámara Baja, de hecho cada vez más baja, para advertirles al menos de que iban a hacer lo que les diera la real gana delata pésimas formas democráticas y la arrogación de voluntades que ni siquiera han sido revalidadas en las urnas. No parece asunto menor recordar que no sólo PP y PSOE no representan a todos sino que ninguno de ellos incluían en sus programas lo que ahora con tanta premura aprueban. Tener por un incordio una consulta popular sólo se concibe en políticos que se deben creer que la democracia es igual que los Juegos Olímpicos. Es decir, que sólo se practica cada cuatro años. Un error y una pena.

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Un pensamiento en “Democracia olímpica

  1. Sí que resulta llamativo que se haga una reforma constitucional cuando siempre se ha temido por sus consecuencias, que si rotura del consenso, que si el no tocarla demostraría su firmeza, etc. El caso va a ser que, una vez aprobada aunque sea por los pelos, despejará esos miedos que siempre han existio. Tal vez por temer el rechazo a esa propuesta es por lo que se ha hecho casi a escondidas, sin siquiera decírselo al candidato socialista mientras el insistente candidato Rajoy se frotaba las manos pensando que esta vez no se le iba a escapar la Moncloa.
    Pero yo no creo que los socialistas sean una pandilla de idiotas a los que se les acaba de meter un gol. La realidad creo yo que pasa por la pertenencia a un club, donde hay unos jefes que son los que mandan y dictan sus políticas.Dictadura de los inversores-especuladores que elevan los intereses de la prima y exigencia de políticas de austeridad desde Berlin. Austeridad es lo que aplicó la Merkel, sí pero Alemania dispone de una economía muy diversificada que exporta casi todo su potencial industrial. Ahí, se puede ser austero pero nosotros, como se ha visto, no podemos exportar casas ni tapas con
    cerveza, sino reducir gastos sociales y frenar nuestra capacidad de endeudamiento por temor a aumentar los intereses de la deuda…En fin, un lio

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