Especialmente, aquellos grupos que están más en riesgo por la covid-19, como los mayores y las personas con patologías crónicas, seguro que se han sentido afortunados de no tener que abandonar sus hogares para tener acceso a bienes de primera necesidad, como alimentos o medicinas.

A pesar del gigantesco avance del comercio electrónico en la última década y de los esfuerzos de la industria y de las administraciones por aumentar su alcance, todavía hay un importante porcentaje de ciudadanos que se resisten a él. Estos consumidores no virtuales, muchos de los cuales son personas mayores o residen en zonas con poco desarrollo tecnológico, también están presentes en los últimos datos publicados por Eurostat la semana pasada, estos referentes a 2019.

En España, por ejemplo, un 29% de los ciudadanos afirma que nunca ha encargado servicios o productos para su uso privado a través de la red, proporción que en la Unión Europea es del un 21%, es decir, un cuarto del total. Con todo, es probable que algunos de los afectados por el encierro derivado del coronavirus se hayan visto forzados a realizar un pedido online por primera vez o intensificar su uso, y que el comercio en línea sea uno de los sectores parcialmente beneficiados económicamente por la epidemia.