La modificación de la Constitución ha supuesto un deterioro importante en las relaciones entre los dos grupos mayoritarios de la Cámara y los más pequeños. Hasta ahora tanto el PSOE como el PP. habían intentado defender sus posiciones sin llegar al enfrentamiento directo con los demás grupos en especial con los nacionalistas catalanes y vascos. Se votaban cosas contrarias en muchas ocasiones pero se respetaba el juego democrático esencial.

En esta ocasión no ha sido así. Las formaciones más a la izquierda del Congreso, Izquierda Unida, Esquerra republicana y el Bloque Nacionalista Gallego, así como Nafarroa Bai, se ausentaron del hemiciclo a la hora de la votación. Pero ni CiU ni el PNV votaron en el momento en el que se trataba de aprobar el texto de la modificación constitucional. Estuvieron en el hemiciclo pero no activaron el mecanismo para que se les contabilizara como presentes. Supone un verdadero varapalo y augura relaciones complicadas para lo poco que queda de legislatura y para el inicio de la próxima.

La campaña electoral presenta de esta forma una nueva arista al formalizarse, al menos desde el punto de vista de los nacionalistas tradicionales, un bloque ‘centralista’ en el que no quieren distinguir entre socialistas y populares. Rosa Díez, diputada por UPYD, fue la que más gráficamente describió ese pretendido bloque al hablar en reiteradas ocasiones durante su intervención del “grupo PP-PSOE” como una unidad.

La brecha que la reforma de la Constitución ha abierto quedó plasmada no solo por esas cuestiones sino por el hecho de que incluso en las filas socialistas hubo dos votos en contra del texto. Antonio Gutiérrez, ex secretario general de CCOO y elegido como independiente en la lista del PSOE, manifestó desde el primer momento su decisión de votar en contra. Manuel de la Rocha, parlamentario socialista vinculado a UGT, habría sido posiblemente el otro diputado que también voto en contra.

En este sentido las palabras del portavoz de CiU, Sánchez Llibre, señalando que la nueva Constitución iba a contar con menos apoyos políticos que la inicial cobran pleno sentido ya que no la han votado ni ellos ni IU, que si lo hicieron en la anterior, e incluso dos socialistas se han opuesto.

El debate en si mismo no dio especial juego más allá de que quedara claro cuál era la posición de cada uno de los grupos. Y Tenía razón el representante de UPN al señalar que nadie había enmendado el texto que se proponía sino que, salvo IU, incluso las enmiendas a la totalidad lo eran proponiendo cosas que no tenían nada que ver con el objeto de discusión: si es bueno  o no que en la Constitución Española se reconozca el concepto de estabilidad presupuestaria como uno de los objetivos a conseguir y perseguir.

Los grupos parlamentarios, en especial los nacionalistas de todo color, aprovecharon la discusión para intentar plantear sus reivindicaciones históricas: desde la independencia desde el lado de Esquerra Republicana hasta el derecho a la autodeterminación planteado por PNV, IU, o Nafarroa Bai y el BNG o el reconocimiento constitucional de la especificidad canaria. Nada que tuviera relación con lo que se discutía. El Congreso decidió previamente no permitir esa discusión.

Finalmente se ha aprobado la modificación constitucional que ahora debe tramitarse igual de urgente en el Senado donde también saldrá aprobada por una amplísima mayoría. Habrá que ver si los senadores nacionalistas deciden tensar más la cuerda o no. Ausentarse o no votar será repetir lo mismo que sus colegas diputados. En una semana la estabilidad presupuestaria será una obligación constitucional que los gobiernos sucesivos deberán empeñarse en conseguir.