Little Richard, uno de los miembros del triunvirato de pioneros y adalides del rock and roll, junto a Chuck Berry y Jerry Lee Lewis, deja a éste solo en la tierra, al morir a los ochenta y siete años de edad como consecuencia de un cáncer de huesos.

Richard abrió el camino a los cantantes andróginos, inspirando a David Bowie, a Prince o a Michael Jackson, entre miles y miles más de artistas del soul, el pop, el blues y el rock. No solo en rebeldía frente a los poderes y los valores establecidos en una sociedad tradicional y una industria discográfica reticente ante los cantantes de color y los gays, sino en actitud vital. Y, sobre todo, en el escenario, un lugar que ponía en ebullición por la pasión, energía y fuerza que empleaba, trasladando ese fuego a los espectadores.

En su radio de acción, estuvieron también, Otis Redding, James Brown, -ambos, como Richard, de Georgia-, Beatles, Stones, Springsteen, Motörhead, Creedence Clearwater Revival –brutal su lectura de “Good Golly Mis Molly”- y Elvis Presley que hizo numerosas versiones de  canciones compuestas por Richard, como su más famosa, “Tutti Frutti” o de “Long Tall Sally”, “Ready Teady” y “Rip It Up”, por ejemplo,  junto a otros fans incondicionales de la llamada “reina” del rock and roll.

Chuck Berry estará contento de que su admirado y, a la vez, criticado y envidiado Richard, vaya a reunirse con él para tener acompañada su guitarra con el piano incendiario de Little. No sabemos si será en el reino de Dios o en el de Lucifer, porque ambos no cuidaron mucho su comportamiento social, si bien Richard puede ejercer sus influencias divinas. Fue teólogo y pastor evangélico. En todo caso, durante varias noches seguro que se escuchará muy fuerte el famoso grito de Little: “Awopbopaloobopawopbamboom”.