Desde el momento en que Rodríguez Zapatero anunció su decisión de adelantar las elecciones, los aparatos electorales del PSOE y del PP se pusieron las pilas a pleno rendimiento. Hemos sido conscientes de ello a lo largo del mes de agosto y lo seremos más en septiembre. Seguro.

Pero no sólo se pusieron las pilas en el PP y en el PSOE, hay otras muchas formaciones políticas que están sembrando para que la cosecha de votos sea la mejor posible. Ahí están los de Rosa Díez o los de Izquierda Unida y, sobre todo, los nacionalistas catalanes y vascos, que menudo cabreo se han cogido con la reforma constitucional pactada por Zapatero y Rajoy para no gastar más de lo que se ingresa.

Por cierto que el candidato Pérez Rubalcaba debe estar también un tanto mosqueado por no haber sido informado por Zapatero del pacto con el PP para esta reforma. El propio ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, relataba en una entrevista hace unos días que todo se gestó durante un fin de semana y que creía que el presidente del Gobierno no tuvo tiempo de informar de las gestiones con los populares al candidato socialista.

Pero volviendo al asunto de las elecciones, aparte de la lucha de los dos grandes partidos hay una pugna muy importante en el ámbito de las formaciones nacionalistas. Sobre todo en el País Vasco, donde el PNV ha sufrido las consecuencias de la legalización de Bildu y la presencia de la Izquierda Abertzale en instituciones y ayuntamientos.

Bien es cierto que Bildu tuvo, gracias a todos, una precampaña y una campaña  “cum laude” en las municipales. Eso les llevó a lograr más votos que nunca. Pero ¿dejarán los peneuvistas que esto vuelva a suceder? Seguro que lucharán para tener más peso en Madrid.

En el mes de agosto hemos visto como el destacado dirigente  de Bildu y de la izquierda abertzale, Martín Garitano, ha ido de festejo en festejo apoyando a los presos de ETA, sin referencia a las víctimas de la banda terrorista e incluso calificando como un error el que se causaran víctimas en Cataluña, donde se les habían dado más de 30.000 votos poco antes del atentado de Hipercor.

Incluso Bildu se permitió trasladar a la opinión pública su oferta de unidad de todos los nacionalistas de cara a las elecciones del 20N. A ello respondieron inmediatamente desde el PNV con un rotundo “no”. Pero ahora los de Aralar están de acuerdo con ese pacto con Bildu y eso restaría fuerzas a la formación de Iñigo Urkullu.

En esta disyuntiva y al margen de lo que el Tribunal Constitucional haga con Sortu, la formación ilegalizada por ser correa de transmisión de Batasuna,  el PNV tendrá que ganarle votos a un enemigo fuerte, con poder ya en las instituciones municipales, con dinero público y con el cómodo beneplácito de una parte de los ciudadanos del País Vasco que ya no tendrán que mirar para otro lado porque han visto como ha desaparecido la violencia de sus calles, pues quienes antes supuestamente la aplaudían  ahora tienen el poder municipal.

No sería extraño, por tanto, que el próximo 20 N se repitiera el éxito electoral de la izquierda abertzale y que  lograra formar grupo parlamentario en el Congreso con otros diputados elegidos de formaciones nacionalistas de similares características, provenientes, sobre todo, de Cataluña.

Cosas veremos…