No sé qué ocurrirá en las próximas elecciones, aunque, visto lo visto, parece que el PP no va a tener muchas dificultades para hacerse con el gobierno. Y lo cierto es que hay que tener en cuenta que ha tenido un aliado extraordinario: el PSOE. Pocas veces se ha visto como ahora el papel que ha jugado un partido a favor de otro.

Por si faltara algo, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha abordado una reforma constitucional que, amás de innecesaria, supondrá un corsé para lo que llamamos Estado de Bienestar. Una reforma hecha de prisa y corriendo, sin consenso parlamentario, sin consulta al pueblo.

Triste porque, al final, queda la sensación de que la clase política marcha por su lado y cuenta sólo con la gente cuando la llama a las urnas para su reelección. Porque esa es otra. Son siempre los mismos. La misma clase la que se sienta, obedientemente en el escaño. Escucha y vota lo que le dicen sus líderes, sin ideología, sin rebeldía alguna. Mientras en la calle la rebeldía de los hombres y las mujeres se traduce en protestas y malestar, sus señorías, asienten y acatan, indiferentes a todo.

Dicen que cuando el PP llegue al poder va a tener poco que hacer. El Gobierno socialista se lo ha dado todo hecho. La reforma laboral, los recortes, las pensiones… No queda mucho en lo que el PSOE no haya metido mano. Eso dicen. Pero siempre queda algo. Sólo hay que ver lo que el PP está haciendo en las autonomías –casi todas- en las que gobierna: recorta y elimina ayudas sociales, recorta en educación, en dependencia, en sanidad. Así que me parece a mí que, se diga lo que se diga, siempre les quedará donde meter la tijera, alguna partida a la que meter la poda o la muerte súbita.

Me cuesta mantener la esperanza pero no. No es lo mismo PSOE, IU, PP, ERC o BNG. No son lo mismo. Y eso ha quedado de manifiesto en la votación de la reforma constitucional. Que cada cual saque sus consecuencias. A mí, he de confesarlo, me ha reconciliado con IU, tras lo de Extremadura, la actitud de Gaspar Llamazares, posiblemente uno de los hombres más interesantes de la izquierda española. Lástima que la izquierda se empeña en la división, en la fragmentación, frente al bloque monolítico de PSOE y PP.

La división no es buena. No es buena para la izquierda. Y a mí, al menos, el llamamiento de Llamazares a un bloque de izquierdas no me parece un disparate.

En fin. Escucho un disco de Javier Ruibal. Vayan sus letras ahora. A esa esperanza de que la cosas pasen:

Pasará
por encima del hombre y del hambre,
pasará
sobre los muros y los alambres,
pasará
entre la decisión y la duda.

Ojalá que pasen esas dudas. Y tengamos claro lo que podemos hacer.