El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, avanzó en su comparecencia en el Congreso para solicitar la sexta y última prórroga del estado de alarma, la intención del Ejecutivo de poner en marcha cuanto antes “un plan de relanzamiento del turismo” que vuelva a poner a España en el mundo como un destino “amable y seguro”. A punto de superar definitivamente la pandemia del coronavirus, y con todas las prevenciones y precauciones ante posibles rebrotes, dedicó una hora a explicar la evolución de la pandemia, con reiterados elogios hacia el comportamiento cívico de los ciudadanos, y a exponer los planes de reconstrucción económica y social.
Calificó Sánchez de “hito histórico e inédito” el “fondo de recuperación” acordado por los presidentes y primeros ministros de la Unión Europea (UE) del que, según dijo, a España le corresponderán 140.000 millones de euros, de los que 67.000 serán ayudas no reembolsables y los restantes 63.000 se canalizarán mediante créditos a largo plazo y bajo interés. La asignación por países se debatirá en el Consejo Europeo previsto para el 19 de junio y deberá ser aprobado definitivamente en el Consejo de julio. “España parte de una situación muy favorable”, subrayó, “pese a la renuencia de algunos”, en referencia a Holanda y Dinamarca.
“Necesitábamos un plan Marshall que, salvando las diferencias históricas, impulse la recuperación de la activad económica, con una profunda renovación, y el empleo de calidad”, señaló después de recordar la fatalidad de la dictadura que dejó a la España destrozada por la guerra civil fuera de la ayuda (entonces estadounidense) a la reconstrucción europea. “Ahora es Europa quien ha de ayudarse a sí misma”, dijo, sin olvidar la solidaridad, en el caso de España, con América Latina.
Además del plan de ayudas al turismo, el presidente enumeró por este orden los sectores con acceso prioritario a las ayudas del “fondo de recuperación”: el comercio, las energías renovables, la digitalización, la industria, el transporte y la automoción. Citó “la creación de empleo de calidad” entre los principios con los que se han de abordar las nuevas inversiones con la perspectiva de renovación del tejido productivo y del largo plazo.
Se detuvo Sánchez en la importancia del sector de la automoción, marcado por la retirada de Nissan, y cifró en 1,63 euros la rentabilidad de cada euro invertido en este sector que representa el 12% de nuestro PIB. Pero, sobre todo, consideró la oportunidad de avanzar hacia el transporte sostenible y respetuoso con el medio ambiente con la implantación más rápida de vehículos eléctricos, furgonetas y bicicletas.
La nueva normalidad –expresión acuñada por el propio Sánchez– traerá “transformación y cambios” en la regulación laboral y, sobre todo, reforzará los derechos sociales y los servicios públicos propios del estado del bienestar, singularmente la sanidad, la educación, las pensiones, la dependencia y la renta mínima vital aprobada por un Consejo de Ministros extraordinario el último día de mayo.
Para Sánchez, el ingreso mínimo vital, con un coste de 3.000 millones de euros anuales, era “una cuestión de dignidad y decencia”. Contemplado en el programa de gobierno pactado con Podemos, esta aportación pública irá especialmente dirigida a paliar la pobreza infantil, familias monoparentales que no llegan a 5.500 euros de renta anual y con dos cónyuges que no alcanzan los 12.000 euros al año. La intención del Gobierno es ponerla en marcha este mismo mes de junio.
El presidente, que pidió a la oposición de derechas que no utilice la bandera de España como arma ni como trinchera, pues es un paño “con 47 millones de hilos”, es decir, de todos, realizó una llamada a “aparcar la mezquindad y la pequeña política” en aras de la unidad y la concordia. “El virus no entiende de ideologías ni fronteras”, dijo. “Virus significa veneno y no queremos verlo cuajar entre nosotros”, dijo antes de hacer una alusión a lo que está ocurriendo en Estados Unidos a causa del racismo.
“El veneno del odio, la crispación, los insultos no lo queremos para nosotros”, subrayó. Luego defendió la igualdad entre las personas y, consciente de las querellas y demandas judiciales por las manifestaciones del Día de la Mujer Trabajadora, afirmó con contundencia: “Lo digo alto y claro, viva el 8 de marzo”. Los líderes del PP y Vox, Pablo Casado y Santiago Abascal tiraron a deguello y el primero ensalzó la gestión de Mariano Rajoy Brey.
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