El 12% de las pequeñas y medianas empresas españolas temen un deterioro en su acceso a la financiación bancaria en los próximos meses por la pandemia, según los resultados de la encuesta sobre el acceso a la financiación de las empresas del área del euro publicada por el Banco Central Europeo (BCE) y analizada por el Banco de España.
La proporción de pymes españolas que solicitaron préstamos bancarios aumentó 6 puntos, hasta situarse en un 37%, frente al 29% de la Eurozona.
El porcentaje de pymes que consideran que la situación económica general perjudicaba la obtención de nuevos créditos sube 5 puntos, hasta el 31%. Las pymes que informaron de que el deterioro de su situación específica era un obstáculo para el acceso a la financiación bancaria suben hasta un 24%, nivel que no se alcanzaba desde junio de 2013. En cambio, un 14% de las pymes españolas siguieron percibiendo una mejora de la disposición de las entidades a otorgar préstamos.
El porcentaje de las pymes españolas cuyas peticiones de financiación fueron rechazadas se mantuvo en niveles similares a los del semestre previo, en torno al 4%, cifra solo un punto inferior a la registrada en la Eurozona.
El 11% de las pymes europeas también temen un «importante deterioro en su acceso a la financiación bancaria», lo que no ocurría desde la crisis de deuda soberana de 2012, con el 18%.
«Este resultado contrasta con las expectativas de los bancos recogidas en la Encuesta de Préstamos Bancarios en fechas similares, que apuntan a una relajación de los criterios de admisión previstos para el segundo trimestre», apunta el Banco de España, que cree que las empresas no han tenido suficientemente en cuenta el impacto positivo sobre su acceso a la financiación que se deriva del programa de avales del ICO, que ha supuesto la concesión de más de 30.000 millones € a cerca de 200.000 pymes españolas entre finales de marzo y mediados de mayo.
Pero el análisis del Banco de España admite que las pymes, pese a este programa de garantías públicas, anticipan que su acceso al crédito va a ser más difícil en los próximos meses como consecuencia del deterioro de la situación económica.
Por primera vez desde desde 2013, el número de empresas que declararon un aumento de las ventas fue inferior al de las que señalaron lo contrario, y la diferencia entre ambos grupos se situó en un -5%, frente al dato positivo del 15% registrado en la encuesta anterior y al -2% del conjunto del área del euro.
Esta circunstancia, unida al aumento de los costes tanto laborales como de otro tipo, determinó que un mayor número de empresas declararan un descenso de los resultados económicos, registrándose un porcentaje neto negativo del -20%, frente al -7% registrado en la ronda previa y al -15% del conjunto del área del euro.
La falta de clientes es la mayor preocupación para las pymes españolas (23%), mientras que en el conjunto de la Unión Económica y Monetaria el problema mencionado con mayor frecuencia fue, por quinta vez consecutiva, la escasez de mano de obra cualificada, con un 24%. El acceso a la financiación volvió a ser el citado por un menor número de compañías, un 8% tanto en España como en la Eurozona.
Excesiva relajación
Por su parte, el Consejo de Supervisión del Banco Central Europeo (BCE) ha publicado un informe que muestra que las entidades relajaron sus criterios a la hora de conceder préstamos a hogares antes de la pandemia. Los bancos decidieron asumir más riesgo al mismo tiempo que trabajaban con márgenes «más ajustados» por los tipos más bajos.
El análisis del BCE habla de «aspectos específicos en entidades concretas», que no desvela pero avisa que están en observación, y de «algunas deficiencias» en la concesión y en la fijación del precio de los nuevos préstamos.
Aunque las entidades con niveles de préstamos dudosos elevados «tendían a ser más conservadoras» en la concesión de créditos para adquisición de vivienda, itras no prestaron la «suficiente atención» a la fijación de precios en función del riesgo, hasta el punto de no cubrir al menos, las pérdidas esperadas ni los costes.
Otra de las conclusiones a las que ha llegado el BCE es que «no hay evidencia» de que las entidades que usan modelos internos para calcular los requerimientos de capital fijaran mejor los precios en función del riesgo.
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