Judicializar el Covid-19

12/06/2020

Maite Vázquez del Río.

Cuando todos esperamos soluciones a nuestros problemas, los partidos políticos se dedican a perder el tiempo presentando, una tras otra, demandas ante los tribunales de justicia. Quien no haya cometido errores que tire la primera piedra. El Gobierno se ha equivocado en algunas decisiones; los gobiernos autonómicos, también. Todo el que ha tenido que tomar decisiones ha cometido errores porque se ha tenido que trabajar apagando incendios donde surgían, sin mucho tiempo para pensar y ver las consecuencias. Y era un problema, una pandemia mundial, que nadie había gestionado. Nadie había realizado prácticas.

Nuestros políticos se están perdiendo el tiempo y las energías en hacer demasiado ruido, cuando lo que de verdad nos importa es que no haya más muertos ni contagiados, que nos podamos mover libremente sin miedo, que no perdamos nuestro empleo o que podamos cobrar nuestro paro, ayudas o podamos abrir nuestros negocios sin ningún tipo de restricciones. Aspiramos a volver a nuestra vida normal, la que teníamos antes de la pandemia. Esa «nueva normalidad» impuesta por precaución sanitaria, para qué lo vamos a negar, no nos gusta. Incluso las pequeñas libertades que vamos reconquistando no van exentas de cierta desconfianza sobre quienes se saltan las nuevas normas. Y es que no nos queremos contagiar.

Pues bien, eso es lo que queremos, y tanto ruido político nos parece que resta tiempo para coordinar y consensuar las medidas que necesitamos para que nuestros deseos de personas sanas se cumplan. El Congreso de los Diputados y el Senado a veces parece el plató de Sálvame, buscando problemas que ahora a los ciudadanos no nos son urgentes ni preocupantes.

Pero, no. Todo está muy lejos de la realidad. En lugar de buscar soluciones hombro con hombro, en el Congreso se ha asentado la crispación, el tú más, el recuperar rencillas del siglo pasado, desde antiguos torturadores hasta denunciar que se dejaran celebrar unas concentraciones, mientras que otras reuniones políticas, partidos de fútbol o conciertos pasen desapercibidas. Y en este punto tanto se pudieron contagiar Carmen Calvo e Irene Montero en el 8-M como José Abascal o Espinosa de los Monteros en su encuentro en Vistalegre.

El ruido no nos deja ver el bosque. Y nuestro bosque son las fronteras entre comunidades, con otros países… nuestra imposibilidad de movernos libremente aunque ya hemos superado ese mínimo espacio del kilómetro alrededor de nuestro hogar. El bosque son los negocios abiertos a medias. El bosque son los trabajadores que aún no se han incoportado a su puesto de trabajo. El bosque son los trabajadores que aún siguen en el ERTE y a los que se les está diciendo que tal vez dure esta situación hasta finales de diciembre. El bosque es el Covid-19 y sus consecuencias en nuestra salud…

Es momento de soluciones no de judicializar. Es momento de corregir errores, como preparar a las residencias de ancianos, tanto públicas o privadas, para que ningún otro virus se cebe con nuestros mayores. Aún no es el momento de buscar culpables, porque el mayor culpable de todos, a día de hoy, es el Covid-19.

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