Les confieso que llevo toda la tarde frotándome los ojos. Era mirar el gráfico de los índices estadounidenses y sentir una extraña sensación de irrealidad. Subidón en toda regla a un día de que hablen Obama y Bernanke, lo que significa que aún no se ha «arreglado» nada. Si hace sólo cinco dias estábamos inmersos en el más absoluto de los desastres, hoy no ha cambiado la situación. ¿O sí ha cambiado?

Analicemos un poco lo que ha ocurrido hoy para tener una idea de qué ha podido cambiar, si es que ha cambiado algo. De entrada, me da la sensación de que todo el mundo apuesta no ya por grandes novedades en el discurso de Obama, sino por novedades en la intervención de Bernanke en Minnesota. Tiene toda la pinta de que intentan anticipar que habrá QE3 o un sucedáneo parecido a partir del 20 de septiembre.

Y ahora vayamos con los datos. El principal aparecido hoy era el de «opening jobs«, lo que debería traducirse por nuevos contratos de trabajo o algo semejante. Mientras todo el mundo esperaba una caída, la estadística reflejó un aumento y como quiera que todo el mundo que los datos de empleo son la clave, el mercado consolidó con ellos una apertura alcista propiciada por el sí del Tribunal Constitucional alemán al rescate griego y la excelente remontada de la víspera.

Pero por si eso no fuera suficiente, en el Libro Beige de la Fed, esperado por el mercado como agua de mayo, no se pudo leer en ninguna línea la palabra maldita: «recesión». La Reserva Federal sigue hablando de una «senda de moderado crecimiento« y de una ralentización, pero no atisba peligro de recesión (o si lo teme no lo dice).

A partir de ahí, ya pueden hacerse una idea más o menos fidedigna de lo ocurrido. Los toros tomaron el ruedo definitivamente y los osos volvieron a las oseras. No obstante, desconfíen. Es muy habitual, por no decir que siempre ocurre, que después de las primeras grandes caídas se produzcan recuperaciones espectaculares antes de la caída definitiva.

Quienes aún no están cortos y saben algo de esto esperarán agazapados a que llegue su momento y este no ha llegado aún. Y si alguno de los que sabe de esto sigue aún largo, aprovechará las subidas para deshacer sus posiciones, endosándole su papel a los pardillos que crean que el panorama está despejado. Si logro aclararme en los gráficos cual es el punto que separa el bien del mal con alguna anticipación, prometo contárselo, pero no parece que haya llegado aún.

Luego no me vengan con que no se lo he advertido. ¡Las manos quietas! Es momento para los profesionales y entre ellos se están jugando la tostada. Los amateurs pierden siempre su dinero en ocasiones como estas porque tienen la curiosa manía de entrar a destiempo, así que si no compró hoy en la apertura (ya les dije ayer que lo lógico era que subiera todo), no debería hacerlo mañana. Y si se puso corto al ver correr la sangre en Europa el pasado lunes, ahora ya sabe usted lo que es pasarlas canutas.

Pero una vez dicho todo esto, debo confesar que la corrección de la última hora y el arreón de los últimos minutos para cerrar en máximos me lleva a pensar que, al menos en Europa, tendremos mañana una jornada de placentera recuperación salvo sucesos anormales o imprevistos. Eso sí, no garantizo lo que pueda ocurrir durante la tarde, que hay demasiadas cosas previstas y de demasiado calado.

En las palabras de mañana de Obama y Bernanke ha depositado Wall Street todas sus expectativas como se puede apreciar por la magnitud de las subidas. El Dow Jones se apreció, un 2,47%, el S&P 500 un 2,86% y el Nasdaq un 3,04%. Como no escuchen lo que esperan oír van a caer chuzos de punta.