Cuando España vive la entrada al período de “nueva normalidad” después de 98 días de estado de alarma por la pandemia de coronavirus se reducen las restricciones de la movilidad pero se mantiene el reto de controlar los rebrotes. Y la llegada gradual de turistas es la asignatura más difícil en ese objetivo.

Primero han sido los alemanes quienes inauguraron lo que ya se conoce como corredores seguros para el traslado de turistas desde su país de origen a su destino en España. Ahora la industria turística (touroperadores, agencias y hoteles) trabajan en ampliar esa vía a viajeros precedentes de otros orígenes, aunque todos europeos.

Porque una realidad es que sin británicos las cifras de este año serían más que pésimas. De los 83,7 millones de turistas que llegaron a España en 2019, el 37% llegaron desde Reino Unido, y gastaron más de 17.980 millones de euros. Alemania queda muy por detrás con el 19% del total. La recuperación de los vuelos es también fundamental: el 68% de los viajeros llegaron por avión.

En este contexto se mueve el sector. Los datos de los touroperadores que controlan los grandes paquetes de billetes y alojamientos indican que la llegada de británicos a España empezará a producirse en julio, aunque condicionada, como todos los movimientos, a la evolución de la pandemia. En este caso los obstáculos han sido más elevados que en el de los alemanes, y habrá que esperar al 11 de julio, cuando se eliminarán las barreras en las fronteras aeroportuarias entre ambos países y la cuarentena en las Islas Británicas para los viajeros procedentes del continente.

Como con la llegada de alemanes, el primer touroperador europeo tiene ya programados vuelos desde Inglaterra a las islas españolas: Mallorca, Ibiza, Tenerife y Lanzarote. Canarias y Baleares son el destino preferido de los ciudadanos del Reino Unidos, al igual que el de los alemanes. Si bien se proyecta que este sea el primer paso, para después ampliar el destino, principalmente, a la Costa del Sol, para alcanzar movimientos más elevados en agosto y septiembre.

Una de las ventajas que se explica a los clientes es que, pese a algunas restricciones en las áreas comunes de los hoteles, podrán disfrutar tanto de los playas como de los establecimientos sin las aglomeraciones de años anteriores.

Si bien los datos que aportan las reservas de hoteles en España muestran que julio será un mes muy lejano a la normalidad, para mejorar después en agosto y septiembre, aunque con más peso de los viajeros nacionales.