Los mercados europeos han experimentado en la jornada de hoy una especie de montaña rusa que demuestra hasta qué punto están a merced de Wall Street. La mañana, placentera con los estadounidenses dormidos, pero enn cuante despertaron y se conoció el mal dato de peticiiones de desempleo (otra vez), las cosas se pusieron muy negras. No estuvo nada fácil el asunto.

Pero estuvieron más negras aún porque el Dax estuvo remolón de nuevo a lo largo de la mañana. Es cierto que ayer fue el que más subió y estaba menos obligado, pero no deja de llmar la atención que el único índice que a lo largo de la jornada no estuvo en pérdidas abultadas fue el Ibex. Todos los demás parecieron sucumbir con la apertura negativa de Wall Street y, afortunadamente, los americanos se dieron la vuelta a la espera de que Bernanke les depare buenas noticias y eso nos salvó de la quema.

Tampoco puede decirse que Trichet ayudara la más mínimo. No hubo forma de sacarle lo que los mercados querían escuchar. Ni para bien ni para mal aludió a la posibilidad de que los tipos no sigan subiendo. Es más, sugirió que «nuestra guía es el mantenimiento de los precios» y que «actuaremos con total independencia», si bien dejó caer que el BCE «está preparado para hacer lo que deba hacer».

Este lenguje críptico habitual en los banqueros centrales me descoloca totalmente y parece que a los mercados también. Buena parte de la caída de pirmera hora de la tarde debe atribuirse a que interpretaron mejor lo de la inflación que lo de haremos lo que tengamo que hacer. El paro americano ayudó, pero veníamos cayendo desde que comenzó a hablar Trichet.

En fin, que una vez más ha queddo demostrado que si no es porque Wall Stret nos salvó los muebles a estas horas estarñimaos hablando de cosas bien distintas. El cierre, el Dax avanzó un 0.05%, el FTSE un 0,41%, el CAC otro 0,41% y el Ibex un 1,49%. Sabe a poco, pero es lo que hay.