Derribar estatuas

26/06/2020

Josep M. Orta.

Ahora nos ha dado por derribar estatuas. Es evidente que muchos de los personajes que gozan de estos honores prestaron notables servicios a su país pero para ello no dudaron en escribir páginas negras en su historial. Esto ha pasado en España pero también en todos los países que a lo largo de la historia han colonizado a pueblos y han creado imperios, normalmente acompañados por la masacre de la sociedad indígena y el expolio de sus riquezas.

Si analizamos la letra pequeña de la actuación de muchos de los personajes que la historia local homenajea veremos muchos trapos sucios y episodios más que oscuros… pero no nos vamos a quedar sin héroes de leyenda.

Hoy todo el mundo condena la esclavitud, pero no es difícil encontrar muchos pasajes en la Bíblia donde parece normal que algunos personajes tuvieran esclavos. Por no hablar de las masacres que Leopoldo II hizo en el Congo belga o la manera que los británicos doblegaron a los países que hoy forman la Commenwealth, por hablar de periodos relativamente recientes, por que también podríamos hablar de guerras santas para recuperar los santos lugares o las masacres que griegos y romanos realizaron para controlar a los pueblos que conquistaban.

El pasado español tampoco es inmaculado. El Cid era un mercenario que tenía un ejército como empresa y se vendía al mejor postor, mientras el poder civil combatía a sus disidentes con la Santa Inquisición y los Reyes Catolícos tuvieron serios enfrentamientos con un papado que le interesaba más el poder temporal que no el espiritual. Y en la conquista de América las páginas negras no son una leyenda.

Todos los países tienen muchas páginas oscuras que en sus libros de historia tratan, si no de esconder totalmente, sí de disimular. Lo que no se puede hacer en analizar con los ojos de hoy los sucesos de ayer (un cantante comentaba que ahora casi ninguna canción de los años ochenta y noventa pasaría el tamiz de las mujeres, por poner un ejemplo reciente).

El pasado es el que es y por mucho que se esconda no se puede borrar, aunque muchos pretendan blanquear su historia. Los negreros forman parte no sólo de un pasado comercial si no que en buena parte sirvió para relanzar no pocas economías con los que se diseñaron el futuro del país. Ninguna colonización fue ejemplar y los procesos de la independencia no fueron precisamente un camino de rosas.

Lo que hoy parece injustificable era normal en otras épocas y no se pueden sacar conclusiones de lo que sucedió sacándolas de contexto. Son fruto de nuestro pasado y lo tenemos que asumir. El precio de la masacre que España hizo en la conquista de América fue beneficioso para el país (si no hubiera dilapidado buena parte de la fortuna) como lo fue el imperio británico o las posesiones belgas en África para sus intereses y por ello determinados personajes tienen estatuas y ponen nombre a sus calles. Se han convertido en símbolos de lo que aportaron al país y como lo hicieron no ha importado nunca demasiado. Derribar estatuas no lleva a ninguna parte. Eso sí, no estaría de más contar toda su historia, la que les hizo subir un pedestal y la parte negra que les permitió hacerlo. Nuestras calles y plazas son hijas de un pasado que es imposible renunciar, Es nuestra historia, aunque a veces nos oculten la mitad.

La historia es una ciencia que sirve para explicar lo que ha sucedido y buscarle las causas que lo propiciaron, aunque algunos la quieran condenar a un burdo ejercicio de patrioterismo barato.

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