A un lado Europa al otro Asia y en el centro Mango. En una isla del Bósforo, que marca la línea donde empieza un continente y acaba el otro, fue el lugar escogido para mostrar el desfile de otoño-invierno 2011.. Así somos los españoles, que presentamos por el mundo lo que toca comprar según la estación y no la del año que viene, que es una manía que tienen el resto de marcas que no cuentan, por ejemplo con 72 tiendas propias en Turquía. Cuentan que la isla, donde se celebro el evento, la mandó levantar un sultán que temía que matasen a su mujer, pensó que allí nadie atentaría contra ella. Los campesinos que le llevaban todos los días las verduras y frutas, le metieron veneno en uno de los productos y la envenenaron. Ahora es de los del Galatasarai, equipo de fútbol donde juega Guti, que se acercó a saludar al equipo de Mango. Ninona Vila, con traje de plumas y Damián Sánchez, estaban pletóricos con el resultado y no es para menos, 500 invitados, del Who is who del todo Estambul, se encontraban en las gradas viendo las 53 salidas, con la curiosa anécdota de que en este desfile no había lugares reservados para celebrities. El medio millar de asistentes tuvo el mismo tratamiento según orden de llegada y por cierto, que algunos lo hicieron en sus propias embarcaciones. ¿Se puede ser más cool?.

A la hora en la que ya no se oían los rezos de los muecines por las 2.200 mezquitas de una ciudad que tiene 20 millones de habitantes, comenzaba el desfile. La top brasileña que protagoniza la campaña de Mango, Isabeli Fontana abría y cerraba el show que comenzaba, igual que el que celebraron en el Centro George Pompidou de París, con el video que Terry Richarson grabó con Kate Moss y que será un preludio de la colaboración que la modelo inglesa iniciará con Mango.

A Isabeli la acompañaba su madre, Maribel Bergosi, que estaba esperándola en el backstage toda orgullosa “me ayuda un montón con los dos niños, ella es una gran abuela”. También supe que colecciona muñecas góticas y que a su hija de cuatro años, le dan un miedo horroroso, que ya era compradora compulsiva de Mango, antes de ser fichada y que es una defensora de la genialidad de Galiano.

En tiempos de estrellas mediáticas al frente de las casas textiles, me sorprendió encontrarme con un Damián Sánchez, el diseñador de Mango, que prefiere ocultarse detrás de las siglas de ese fruto que Isac Andic –el presidente de la empresa- descubrió un día en el Caribe, desayunando con su hermano –el otro propietario-. Al frente de un equipo de 40 personas se encarga, desde un pueblo en el extrarradio de Barcelona, de crear las piezas que luego distribuyen al resto del mundo. En unos lugares, como en Rusia, le ponen más brillos y dorados y en otros, como Arabia, las mangas son enteras y los estampados animales son tendencia siempre. Cómo pueden globalizar las ten dencias lo entendí charlando con Damián, que disfruta con un barco negro con velas naranjas, un duplex en París y enterneciéndose con un detalle que tuvo Penélope Cruz cuando, en la cima de su carrera aceptó el reto de colaborar con Mango, a cambio de incluir en la terna a su hermana Mónica.

Otra cosa que me sorprendió fue encontrarme en cientos de marquesinas de Estambul, a Piqué, anunciando He, la línea de hombre de Mango, lo que no vi fueron carteles anunciando conciertos de Shakira