Acogido con prolongados aplausos del grupo socialista, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, calificó de “extraordinario” el acuerdo alcanzado el lunes en Bruselas por el que España recibirá 140.000 millones de euros del fondo europeo de reconstrucción tras la pandemia del coronavirus que todavía nos amenaza. Ya es sabido que algo más de la mitad de esa cantidad, 72.700 millones, serán ayudas directas en subvenciones no reembolsables e irán a la modernización de los sectores productivos respetuosos con el medio ambiente y a reforzar los sistemas de protección y atención social. Se anotarán como deuda mancomunada con cargo a las eurotasas digitales y a los impuestos comunitarios al carbono y los polímeros o plásticos contaminantes derivados del petróleo. Los restantes 67.300 millones de euros serán créditos oficiales en condiciones favorables.

Puesto que la derecha (e incluso la ultraderecha) ha tenido que admitir que estamos ante un acuerdo favorable para nuestro país, al jefe de la oposición política, Pablo Casado, no le ha quedado más remedio que ejecutar un malabarismo circense para anular cualquier mérito al jefe del Gobierno español. Primer salto mortal: “Europa ha venido en nuestra ayuda”. Segundo: “Usted (Sánchez) ha sido un convidado de piedra”. Y tercero: “El acuerdo ha sido posible gracias a los populares europeos”. En resumen, ni un ápice, ni una micra de reconocimiento al mandatario español.

Por Casado sabemos que mijnheer Rutte, frau Merkel, monsieur Macron y otros socios europeos regalan duros (ahora euros) a tres pesetas. No hay más verles la cara para comprobar lo mucho que se parecen al conde de Romanones. El líder del PP, cuyo fracaso personal en las elecciones vascas (cambió a Alonso por el homo neanderthalensis) no impidió los encendidos aplausos de su grupo ni alteró su sonriente semblante, salió un poco averiado del triple salto mortal. La rigidez es lo que tiene: provoca lesiones.

Ya en la respuesta a su pregunta genérica (“¿Cómo valora la situación por la que están atravesando los españoles?”) le advirtió Sánchez que refrenara su ímpetu opositor al recordar que los españoles han afrontado con resistencia, disciplina social y moral de victoria la crisis del coronavirus. “Gracias a la mayoría de este Congreso hemos sacado adelante un estado de alarma que ha sido eficaz en la lucha contra la pandemia. Y gracias a la responsabilidad de esa mayoría hemos compensado la irresponsabilidad de su grupo y de la ultraderecha”. Eso le dijo.

Luego el jefe del Ejecutivo afirmó que “a nivel europeo hemos logrado un gran acuerdo para la recuperación de nuestro país” y echó en falta al menos una declaración del líder del PP arrimando el hombro o ayudando al Gobierno de España. “Las negociaciones han sido extenuantes, el resultado ha sido extraordinario y la aportación del señor Casado a ese gran logro colectivo, europeo y español, ha sido inexistente”.

Se ahorró Sánchez las referencias a su iniciativa de un plan Marshall más ambicioso (el doble de lo aprobado) y el hecho de que fuese él quien planteó en hace cinco meses la necesidad de arbitrar un gran fondo europeo de reconstrucción. Pero tampoco fue menester para que Casado se desnortara por sí mismo. En cambio, el portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, se mostró dispuesto a negociar ya los Presupuestos del Estado para 2021. Y Aitor Esteban, del PNV, urgió el acuerdo fiscal con el Gobierno vasco.

Después de todo, el dirigente socialista se preguntó cómo es posible pactar con la derecha en en Bruselas pero imposible conseguir acuerdos en nuestro país. Y ahí es donde entra la segunda parte de la táctica de ese líder que votaba en contra del estado de alarma y ahora acusa de “inacción” al Gobierno ante los rebrotes (aserto desmentido por el ministro Illa), y que consiste en atacar a Podemos y, más concretamente, a Pablo Iglesias, quien ayer calificó de “vergüenza” las condiciones de los temporeros en nuestro país y contra el que no se cansan de tirar de hemeroteca.

Si Sánchez no es atacable de frente, que lo sea por la izquierda, lo que incluye a Esquerra.