Pleno electoral con el Impuesto de quitan y pon

14/09/2011

Luis Díez.

Cuentan que estando Napoleón Bonaparte confiando en la isla africana de Santa Elena, donde se entretenía en enfrentar batallones de hormigas negras contra rojas, sintió que se moría y dijo: “La vida es una ligera brisa que se disipa”. Lo ligero, fugaz, evanescente es consustancial a los humanos por muy ambiciosos que sean. Del plan bonapartista de economía sostenible del presidente José Luis Rodríguez Zapatero y sus mentores Solbes, Sebastián, Salgado, no queda ni el recuerdo. Y del crecimiento económico, el presidente se ha visto obligado a reconocer en el penúltimo pleno del Congreso que es “ligero” y está muy condicionado por la crisis griega.

La penúltima sesión de control al Ejecutivole ha servido para admitir que todo el entramado presupuestario público, montado sobre una previsión de crecimiento del 1,3% del PIB queda desarmado por una recuperación “ligera” que a duras penas será del 0,8%, es decir, medio punto por debajo. Los ahorros en medicamentos y el adelanto del impuesto de sociedades permitirán vadear el charco sin ahogarse. El líder de la oposición, Mariano Rajoy, evitó criticar a un Zapatero que boga hacia su Santa Elena.

Aunque es pronto para saber si el futuro argonauta Rajoy logrará modificar el rumbo de la nave que se acerca al abrupto litoral griego, dejó dicho en el pleno con la voz averiada por los elementos que él siempre dirá la verdad a los españoles, es decir, que nos informará del rumbo y la dirección, así como del lastre que soltará por la borda para mantener la nave a flote.

No se sabe cuándo ni donde dirá Rajoy las verdades del barquero, porque ahora se trata de ganar las elecciones y no conviene echar arena en el engranaje de la máquina, pero nadie dude de que las dirá y serán como puños contra los sindicatos, los servicios públicos universales y gratuitos, los sectores más desfavorecidos y, en general, lo que Adam Smith llamó “el peso muerto del Estado”. Sus gobernantes autonómicos ya han comenzado a marcar la pauta.

El penúltimo pleno de la novena legislatura fue tan electoral que sus señorías se lo podían haber ahorrado para los mítines. Ahí vimos a Soraya Sáenz de Santamaría clamar contra la incoherencia que supone la reposición del Impuesto del Patrimonio que, según José Blanco, sólo afectará a 90.000 españoles que sobrepasan el millón de euros, con la intención de recaudar unos 1.000 millones anuales. Ningún español rico, que se sepa, ha pedido pagar más impuestos.

La vicepresidenta Salgado defendió la reposición del impuesto, invocando a Keynes: “Cuando los hechos cambian, yo cambio de opinión”. En eso no se diferencia de Zapatero: “Yo no he cambiado, ha sido la realidad”. El Consejo de Ministros repondrá el impuesto el viernes. ¿Y qué? Llegará el PP y lo suprimirá.

También Zapatero y Salgado habían suprimido la desgravación en el IRPF por la compra de la vivienda habitual para rentas superiores a 24.000 euros anuales, y según la proposición electoral que defendió el martes Fátima Bañez, que va subiendo en el equipo económico de Montoro, el PP la repondrá.

Entre unas cosas y otras estamos hablando de unas diferencias de 6.000 millones de euros para entretener al personal en campaña electoral frente a la enormidad de una crisis financiera y económica provocada por los malos administradores con gran lucro personal que va dejando un reguero de náufragos, sin suficientes tablas ni balsas de rescate y supervivencia.

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