Así cayó Cayetana

19/08/2020

Luis Díez.

Con el escándalo de su enormidad perdida y hallada en ese oasis de paz, libertades y derechos humanos que es Dubái, y con la destitución de la marquesa de Casa Fuerte como portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, se puede afirmar que el ferragosto está siendo poco propicio a la aristocracia o lo que vulgarmente llaman castocracia. Puesto que el titular de la jefatura del Estado a título de rey no responde de sus actos ante los representantes del soberano en el Parlamento, en sus camarillas cerradas y milagreras resuelvan los dinásticos el descrédito (y la ruina) cabalgante de la Monarquía ibérica importada de Francia que tanta guerra nos da. Ya me dijo (y escribió en sus apasionantes memorias) don Teodulfo Lagunero, financiero del PCE, enviado por Carrillo a París a tratar con don Juan que a los Borbones les ha importado más la Corona, los honores y la riqueza que la democracia y los derechos humanos y sociales.

Cosa distinta, aunque no distante, es la decisión del líder del PP, Pablo Casado, de cesar en plena Virgen de Agosto seguida de San Roque a la inefable marquesa decimocuarta de Casa Fuerte, doña Cayetana Álvarez de Toledo, de la portavocía del Grupo Popular. Tan alto cuello de garza, que diría el poeta de doña Endrina, ha perdido la laringe por decisión del hacendado de la Ciudad Ducal de las Navas del Marqués (Ávila) donde, según las lenguas de doble filo, se le apareció el fantasma del líder de verdad (José María Aznar López) con su tapada bajo el brazo por si se portaba mal.

Al despertar del mal sueño de la noche de verano entre los pinos identificó a la bruja y preparó el terreno para meterla en el saco y tirarla río abajo. Llamó a la disciplinada Concepción Gamarra Ruiz-Clavijo y le dijo: Cuca, me caes bien y vas a sustituir a Cayetana, a lo que la exalcaldesa de Logroño y vicesecretaria de política social, respondió: lo que usted mande, jefe. La sustitución provocó protestas. Lógico. ¿Cómo se atreve a prescindir de la pupila de Aznar, criatura de triple nacionalidad (argentina, francesa y española), nacida, criada y formada en Londres?, prorrumpió Esperanza Aguirre. Pablo le podía haber contestado que le había salido rana, pero evitó polemizar.

Desde luego, una mujer proclamada “joven líder global” por el Foro Económico Mundial, discípula “superaventajada” del gran Pedro J. Ramírez (ahora cobra de RTVE), descendiente de conquistadores y virreyes del cono sur como Francisco Álvarez de Toledo, gran servidor de Carlos V contra los comuneros y de Felipe II contra los incas (se le atribuye la ejecución del último jefe, Tupac Amaru), posee un valor ontológico descomunal para esa derecha nacional que puebla nuestros libros de historia imperial. ¿Qué has hecho Casado, malvado?, le reprochan los castócratas.     Consciente de su valía y sus valedores en el PP, Cayetana construía su propio castillo en el grupo parlamentario junto con Gabriel Elorriaba, Pilar Marcos y otros aznarianos de ese intelectual orgánico que llaman FAES y recibe mucha pasta como lobista legislativo y traficante de influencias en las derechas, incluido el veraneante en Sotogrande, con jeques y golfistas, Santigo Abascal, jefe de Vox. Casado lo barruntaba, tragó incluso mercancía averiada en los debates sobre el estado de alarma en los momentos más crudos de la expansión del coronavirus, la amparó ante los más significados barones varones cuando más chirriaba.

Pero todo tiene su límite. Y el líder del PP comprobó que con café o sin café con la vicepresidenta Carmen Calvo, con salidas de tono y comportamientos personalistas y nada permeables en el grupo parlamentario a las orientaciones de la dirección del partido y a las iniciativas de bastantes diputados, resultaba intratable e impracticable para negociar y concertar la renovación de los órganos constitucionales con mandatos archicaducados como el Tribunal Constitucional y el Consejo del Poder Judicial, entre otros. Por el contrario, apostaba cada vez más por la estrategia del de Sotogrande: moción de censura y gobierno de “salvación nacional”, aunque ella prefería el término “concentración”.

“Mi concepción de la libertad es incompatible con su autoridad”, afirmó Álvarez de Toledo tras ser destituida de su cargo por el mismo Casado que la nombró. La autoridad del presidente del PP emana de las urnas en unas primarias con menos del 10% de los afiliados de los que decían tener (más de medio millón de personas) y la “concepción de la libertad” de la diputada por Barcelona se resume en su innegable desparpajo para insultar (llamó “hijo de terrorista” a Pablo Iglesias), arremeter contra sus propios compañeros vascos o calificar de “errática” la salida del rey emérito. Y eso sí que no. “No voy a permitir que ningún portavoz del PP critique o pida explicaciones al Rey”, le dijo Casado, quien considera “suicida” para la concordia nacional el debate sobre monarquía o república. Y así van.

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