De mayor quiero ser diputada

15/09/2011

diarioabierto.es.

O senadora. O ambas cosas. Bien es sabido que lo importante es montar en el tiovivo para ir cambiando de caballo: sea cual sea el nombre del corcel, subidos a este carrusel el pan no faltará. Ni las más exquisitas viandas, numerosas propiedades inmobiliarias, buenos carruajes y decenas de miles de euros en acciones, inversiones, fondos y demás productos financieros rentables.

Pero abandonemos demagogias facilonas y adentrémonos en reflexiones más profundas. Estos días se ha publicado el patrimonio de sus señorías ante la revolución del personal. El ejercicio de transparencia es loable. No tanto la tardanza: esta medida debería haber sido obligada desde la primera legislatura en democracia. Si conociésemos de antemano el patrimonio de un ciudadano cuando ingresa en la actividad pública y lo comparásemos a la salida, sería difícilmente justificable un incremento exponencial de sus dineros durante el tiempo que se ha mantenido en el ejercicio de la misma. La riqueza en sí misma no es algo negativo. Al contrario. Lo que debe preocuparnos es cómo se ha generado. Sinceramente me la trae al pairo si atesoran tropecientos inmuebles de lujo y millones por doquier. Que los disfruten. Me inquieta más que desempeñen correctamente sus funciones o que estén a la altura de lo que su nombramiento implica. Lo que abriría definitivamente la caja de los truenos sería el análisis de informes pormenorizados sobre las horas dedicadas al trabajo y a las iniciativas propuestas por cada parlamentario y senador.

Creo con sinceridad que algunos políticos están mal pagados. Considero inexplicable que directivos de marcas reconocidas quintupliquen el sueldo del Presidente del Gobierno, que no deja de ser una empresa clave para todos los españoles -otra cosa es que algún inquilino de Moncloa y miembros de su equipo no llegasen a mileuristas en el ámbito profesional, pero ese es otro debate-. El sueldo como tal de diputados y senadores -obviando privilegios adicionales en impuestos, gastos de representación o pensiones- es similar e incluso inferior al de directivos cualificados en la esfera privada. Ahora bien, éstos últimos con salarios parecidos y en igualdad de años trabajados, ni han conseguido patrimonios inmobiliarios tan floridos ni tal cantidad de euros ahorrados o invertidos. Estoy convencida que la mayoría de los políticos no han acumulado riquezas faltando a la legalidad. No estoy tan segura que lo hayan hecho sin faltar a la ética. Me consta que muchos aprovechan su cargo para proveerse de una extensa agenda de contactos que revierta en su exclusivo interés particular. Nada tendría que objetar si igual esmero pusieran en la búsqueda de ideas y soluciones para el bienestar de sus compatriotas y la prosperidad del país. Pero jamás les encontré reunidos para tal fin, sus quedadas fuera de las instituciones se suelen vincular a negocios propios. Y a conspirar contra sus mayores: tampoco les culpo por ello, esos mayores son manifiestamente mejorables. Tampoco olvidemos que si esos negocios fructifican es porque avispados empresarios se lo ponen a huevo con fines tan “altruistas” como asegurarse la consecución de futuribles favores de los que ostentan poder -o están llamados a alcanzarlo-. O porque algunos cargos lucen mucho como atrezzo en determinados consejos de administración.

El intercambio de favores, la información privilegiada o el tráfico de influencias son implícitos a todo sistema desde que el mundo es mundo, pero un control sobre patrimonios a la entrada y salida de la vida pública, limitación por ley a un máximo de ocho años por persona y cargo, evitar duplicidad de responsabilidades en idéntico sujeto o poner en práctica auditorias permanentes sobre el rendimiento en el trabajo -entre otras medidas a aplicar-, minimizarían podredumbre y corruptelas alrededor del poder.

Twitter: @CarmelaDf

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6 pensamientos en “De mayor quiero ser diputada

  1. como siempre muy acertada Carmela. Y secundo tu moción de que se hagan publicos los datos de trabajo, horas, dedicadas, iniciativas presentadas y dias que han acudido al congreso o senado. Debate del bueno se va a generar

  2. Mis jefes cobran más de un diputado y no tienen pisos varios ni patrimonios de un millón de euros. Algo huele a podrido en el Congreso.

  3. Me ha gustado tu artículo, completamente de acuerdo, lo importante no es lo que tienen, lo importante es como lo han ganado. También estoy contigo en que están mal pagados si los comparamos con otros cargos de grandes multinacionales.
    Ahora bien están muy bien pagado si profundizamos en su experiencia profesional, CV, etc., probablemente si el sueldo fuera de verdad acorde al cargo, grandes profesionales entraría en política y mejoraría mucho el nivel de «sus señorías».. pero con la infinidad de cargos, consejeros, etc. me da que un país no puede pagar mucho más.
    Conclusión o reducimos cargos y les pagamos mejor o tendremos siempre como políticos, aquellas personas que en la vida privada no encontrarían trabajo, vamos, mediocridades.

  4. Carmela como siempre sembrada. Más allá del cotilleo de los útlimos días si tal o cual tenían casas, coches y yates, hay que ir más allá y como bien dices analizar como se generó y cuanto tiempo y esfuerzo invirtieron en realizar bien su trabajo. También estoy de acuerdo con Paco o les pagamos mejor o siempre tendremos mediocres, los mejores buscaran sueldos mejores.

  5. De acuerdo contigo, Carmela. Aunque para stisfacernos a todos, me gustaría que los mismos profesionales que hacen las inspecciones de Hacienda al común de los mortales certificaran el correcto estado de sus cuentas. Por supuesto, con la misma filosofía que con la que nos «supervisan» a los demás…

  6. pues no voy ahora y leo que a los que abandonan el congreso van a disponer de 2.900 € hasta 24 meses, alguien me puede explicar porque estos señores cobran esto cuando dejan de trabajar y el resto de los españoles 980 € como paro maximo sino tienen hijos? 2000 € más por ser diputado? esto es un agarvio para el resto de españoles, un timoo, una estafa, una verguenza, una afrenta.

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