Para nuestra desgracia, España es diferente

04/09/2020

diarioabierto.es.

Pese a que para la Covid-19 no hay diferencia de meses ni de días, la clase política comienza su nuevo curso de septiembre con las mismas pretensiones que antes de irse de vacaciones. Sí, de vacaciones, pese a que el coronavirus ha seguido campando a sus anchas, y seguirá mientras no haya vacuna que lo aniquile. Desde todos los ámbitos (social, económico, laboral y hasta europeo) se reclama a nuestros políticos unidad por el bien común, una unidad que aleje las riñas partidistas y que sirva para arrimar hombro con hombro no sólo para evitar que los contagios se extiendan sino, sobre todo, para que la recuperación sea efectiva cuanto antes.

Lejos de estas peticiones, los partidos políticos que nos ha tocado sufrir a los españoles continúan con su pelea partidista. Si no hay rédito político no mueven ni un ápice sus posturas. Y sus posturas, todo hay que enfatizarlo, solo se dirigen a desacreditar al contrincante sin una sola medida que nos ayude a salir del pozo. ¿Para qué los necesitamos? ¿Para qué seguirles pagando? ¿Para qué darles un solo voto por el que seguirán cobrando, si ni siquiera renunciaron a sus dietas aún sin pisar el Congreso o el Senado?

¿Qué nos importa a los españoles ahora una moción de censura? ¿Qué nos importa que el partido de la oposición para seguir siendo oposición deba aferrarse a un no permanente a la unidad? ¿Para qué un Gobierno dividido? ¿Para qué los políticos?

Y es que no se enteran de lo que necesitamos los españoles, tan cortos de miras como están centrándose solo en mirar su ombligo. Solo miran lo que cada uno de ellos necesitan para ganar votos, y no saben que así, todos perdermos. Sí, pierde nuestro crecimiento económico, se pierden sectores, empresas y empleos y, por si fuera poco, y lo más acuciante se pierden cada vez más vidas. A este paso no va a quedar nadie para votarles.

Desde esta pequeña esquina de La gatera llevo meses apelando al sentido común, ese que no tiene ideología y que busca soluciones por encima de cualquier otro interés. Estamos en el momento adecuado para encontrarlas, más que nada porque nos va a llegar dinero de Europa para poder enmendar la situación. Sin unidad para enfocar esas ayudas lo único que vamos a conseguir son remiendos a una situación agónica desde hace décadas. Esta es la oportunidad para salir del fango y todo el mundo mirando para otro lado. ¡Qué lástima!

España encabeza todas las malas estadísticas desde que estalló la pandemia. Somos los que más contagios tenemos en toda Europa, y más muertos… Los que su PIB ha caído en mayor porcentaje y los que más parados acumulamos, pese a los ERTE. ¿Es que todos estos números rojos no han encendido las alarmas en ningún partido? Pues según las evidencias, no. Nuestros partidos dirigen más su músculo político en crear comisiones de investigación de corruptelas de las que ninguno se libra, en abrir debates estériles sobre monarquía o república, en ondear la bandera del ensañamiento y lamentaciones varias antes que tomar al toro por los cuernos y poner medidas contundentes como en su día lo fue el estado de alarma… que en unir sus fuerzas al resto para tomar medidas que reactiven la economía, aupen a las empresas y mantengan el empleo.

España necesita una reforma en profundidad. Nuestro tejido producto cada vez es más endeble. Eso es lo que nos diferencia de nuestros socios europeos. Nuestra debilidad se asienta en que si no hay turismo todo se va al garete. España no puede ser solo turismo y bares. Dónde está la industria pujante, las empresas punteras -excepto Telefónica, Iberdrola, ACS o Repsol- pocas hay más que lleven la bandera española más allá de nuestras fronteras. Solo hay que mirar qué empresas, qué tejido industrial tiene Alemania, Francia o Italia… no dijo ya Estados Unidos, Chija o Japón, para ver la diferencia.

Como dice el dicho, España es diferente… pero en estos momentos no es motivo de orgullo.

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