La pandemia dispara el riesgo de suicidio

07/09/2020

Miguel Ángel Valero.  

La Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR) lleva meses solicitando un ‘Plan Nacional para la prevención del suicidio’, coordinado con las comunidades autónomas, sensible a las diferentes incidencias regionales y organizado desde Atención Primaria con la presencia de psicólogos clínicos para ofrecer tratamientos de eficacia contrastada.

El  día 10 de septiembre se celebra el ‘Día Nacional para la prevención del suicidio’. Y los psicólogos clínicos quieren aprovechar ese Día para poner sobre la mesa un problema que se mantiene como un tabú desde muchas instancias públicas y que puede incrementarse ante la crisis socioeconómica generada por la pandemia.

“Durante la pasada crisis económica (de 2008 a 2011) el riesgo de suicidio se incrementó entre un 20 y un 30% siendo un fenómeno que suele acompañar a los períodos de recesión económica. Aproximadamente, por cada incremento de un punto en el desempleo se incrementa 1.4 puntos el riesgo de suicidio”, señala Javier Prado, portavoz de ANPIR.

Ante esta situación, los responsables de la Asociación consideran necesario, cuanto antes, la creación de un Plan Nacional liderado y coordinado por el Ministerio de Sanidad, “que sea flexible y sensible con las diferentes necesidades de las Comunidades Autónomas, que garantice la equidad en el acceso a recursos especializados, pero sobre todo que actúe sobre las poblaciones con mayor riesgo”, asegura Prado. Un plan que integre intervenciones selectivas sobre la población vulnerable (es decir, sobre aquellas personas que han realizado un intento previo y los ciudadanos que tienen problemas de salud mental) e intervenciones globales de carácter social sobre la población general que disminuyan los factores de riesgo.

La Asociación también pone de manifiesto la falta de especialistas en Psicología Clínica en Atención Primaria, lugar natural desde el que desplegar intervenciones preventivas. “Es clave estar accesibles en Atención Primaria y reforzar la presencia de especialistas en psicología clínica en los centros y unidades de salud mental comunitarios”, apunta el portavoz de ANPIR. Estos profesionales son muy escasos en Atención Primaria, salvo las excepciones de Cataluña y algunos programas piloto en Asturias y en Madrid.

Una cuestión tabú que mata a 10 personas al día en España

En 2018, último dato del Instituto Nacional de Estadística, se produjeron 3.539 suicidios en España: 2.619 hombres y 920 mujeres. Lo que supone una media de 10 suicidios diarios. Una cifra que no baja de la barrera de las 3.500 muertes anuales desde el año 2012.

“Las cifras de fallecidos por accidente de tráfico han ido disminuyendo desde el año 2000 como consecuencia de las políticas de prevención puestas en marcha. Un esfuerzo político, de la Administración general del estado y de las administraciones autonómicas que, sin embargo, no ha existido en el caso del suicidio”, argumenta Javier Prado.

El mayor número de suicidios se da entre los 40 y los 59 años, mientras que las mayores tasas corresponden a personas con más de 70 años.

Desde la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes aconsejan un incremento gradual de la presencia de estos profesionales en el Sistema Nacional de Salud para desarrollar estrategias definidas, coordinadas con los servicios de salud mental y basadas en la evidencia científica como medida para el abordaje del suicidio. Y que esta evolución vaya acompañada de un incremento de la formación de especialistas en psicología clínica, incrementando las plazas de Psicólogo Interno Residente (PIR) hasta las 400 anuales.

El psicólogo clínico, por las características de su formación, es el profesional adecuado para abordar el tratamiento de las personas con riesgo de suicidio, ya que habitualmente es un problema cuya resolución radica en soluciones psicosociales, y que por su nivel facultativo puede coordinarse con otras especialidades, si fuese preciso añadir una solución multidisciplinar.

Además, este especialista es el único psicólogo que puede abordar problemas complejos de salud mental que pueden ir asociados a mayor riesgo suicida como, por ejemplo, el trastorno límite de la personalidad, trastorno bipolar o un trastorno depresivo mayor; al tiempo que es especialista en aquellas psicoterapias y tratamientos psicológicos que han demostrado su utilidad en estos casos.

“Cabe recordar que al paciente si se le da a elegir suele preferir intervenciones psicológicas sobre las farmacológicas en una tasa de tres sobre uno”, explica el portavoz de la Asociación.

Por su formación, el psicólogo clínico es también capaz de evaluar y considerar los determinantes psicosociales de las conductas suicidas (pérdidas, duelos, desesperanza…) que son los desencadenantes finales del suicidio. Hay que señalar que los factores sociales son la primera causa de suicidio (factores vitales, desempleo, precariedad, desigualdad social, etc) y que, por otro lado, por cada persona que fallece por suicidio, cinco se ven gravemente afectadas por la pérdida; lo que supone un impacto extendido y prolongado de las consecuencias en la salud mental de los afectados.

Los especialistas en psicología clínica llevan, además, años reclamando un refuerzo de la Salud Mental en el Sistema Nacional de Salud ya que, según los datos que maneja la Asociación, entre el 40% y el 60% de los motivos de consulta atendidos por los profesionales de Atención Primaria, con anterioridad a la Covid-19, estaban relacionados con la Salud Mental.

Unos casos que sólo en el 10% fueron derivados a las Unidades de Salud Mental especializadas, pese a que la Organización Mundial de la Salud y las mejores recomendaciones internacionales establecen que el tratamiento psicológico es el tratamiento de elección más efectivo.

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