La crisis interminable

11/09/2020

Miguel Ángel Valero. "La llamada Gran Recesión, e incluso la última provocada por los efectos del Covid-19, son sólo aviso de algo peor que me temo que está llegando de la mano de los excesos en politica monetaria: la Gran Crisis del Siglo XXI", defiende Droblo en su último libro.

Desde el título, «La Gran Crisis del Siglo XXI» está clara la tesis de Droblo, seudónimo del analista financiero Pedro Pablo Valero: «La llamada Gran Recesión, e incluso la última provocada por los efectos del Covid-19, son sólo aviso de algo peor que me temo que está llegando de la mano de los excesos en política monetaria: la Gran Crisis del Siglo XXI», avisa en la página 7. Pronostica «una crisis financiera sistémica motivada en una caída de la confianza en nuestros medios de pago, que dejemos de creer en el valor del dinero debido al exceso de las políticas monetarias».

Argumenta que la crisis de 2007 por los estallidos de la burbuja inmobiliaria y la última provocada por los confinamientos son en realidad «la misma: si no hubiera llegado el virus, antes o después hubiera llegado otra que, en el fondo, tiene el mismo origen que la de 2007: cerrar en falso la recesión anterior». Se refiere a la que se inició en el año 2000 con la explosión de la burbuja de las punto.com y que culminó en los atentados de las Torres Gemelas de septiembre de 2001. «Nunca salimos realmente de la crisis iniciada a finales de 2007, simplemente la enmascaramos con medidas de política monetaria cada vez más extremas que intentaban disfrazar un crecimiento comprado con deuda», insiste.

«Todos esperan salir de la recesión global de 2020 con más agresividad monetaria», cuando «gran parte de esta nueva liquidez inyectada que sumar a la de los últimos años, de nuevo se ha quedado en el sistema financiero alimentando burbujas, con su correspondiente riesgo de estallido».

Por eso, vuelve a avisar que «aún no hemos visto la Gran Crisis del Siglo XXI, que tendrá mucho que ver tanto con los excesos de política monetaria de los últimos años como con el castigo en las urnas que recibe todo político que dice la gran verdad: que hacen falta ajustes y que algunos de ellos serán dolorosos«.

Por eso resalta en la página 222 que «conocer nuestro pasado es el mejor instrumento para mejorar nuestro futuro»,. aunque inmediatamente matiza que «dudo mucho que en economía estemos aprovechando todo lo que sabemos, especialmente de lo que conocemos que ya ha fracasado».

Porque «hay tanto dinero inyectado por los bancos centrales, tanta fe en ellos y tanto beneficio provocado en el diferencial gracias a los bajos tipos de interés, que se invierte sin valorar los riesgos».

Droblo recalca que «algo grave falla en  un sistema económico que necesita una nueva burbuja para sacarnos de las consecuencias del estallido de la burbuja anterior». «Se está vendiendo como segura deuda que no lo es y cuando estalle la burbuja actual de invertir el dinero sin mirar el riesgo se comprobará», argumenta. «Toda esa liquidez ficticia y barata desaparecerá algún día y lo importante será entonces-como pasó con la burbuja inmobiliaria- será la deuda que tenga cada uno y su capacidad para pagarla», advierte.

«Si estallara la burbuja actual de renta fija y variable, la morosidad se dispararía por el empeoramiento de las cuentas de los clientes, tanto personas como empresas, ya que muchas de éstas también se mantienen gracias a toda esa liquidez artificial», avisa.

Los bancos centrales «están convirtiendo medidas excepcionales en habituales, amagando con más tipos ultra bajos y más inyecciones de liquidez a la que la economía empieza a flaquear creyendo que así evitarán la recesión».

«La morfina enmascara el dolor pero no cura la enfermedad, que se agravará tanto por la dependencia a la droga como por la falsa seguridad en nuestra salud al haber amortiguado los síntomas», explica.

Considera que Japón es el principal candidato a protagonizar la próxima gran crisis financiera internacional porque «sus cuentas públicas son un castillo de naipes que puede caer en cualquier momento».

También señala que «la mejor manera de eliminar la deuda pública es recaudar más de lo que se gasta o gastar menos de lo que se recauda«.

Droblo expresa su deseo de que la crisis de la pandemia sirva para que la gente no se confíe, sea más cauta y asuma más control en las decisiones que afectan a su vida mirando más hacia el largo plazo y hacia la posibilidad de malas rachas totalmente inesperadas y ajenas a ellos mismos».

«El virus pasará, sus consecuencias económicas perdurarán, pero el aviso que nos ha dado sobre nuestra fragilidad debería servir de acicate para fortalecernos y estar mejor preparados», razona.

Para ello, una vez superada la crisis sanitaria, hay que «priorizar el crecimiento para crear empleo y, una vez recuperada la actividad económica, hay que comprometerse a reducir los excesos de la política monetaria». También señala que «la mejor manera de eliminar la deuda pública es recaudar más de lo que se gasta o gastar menos de lo que se recauda«.

Al mismo tiempo, recuerda que «ser solidario es intentar dejar un mundo mejor al que venga detrás y eso implica que las deudas, sean ecológicas o económicas, deben saldarse cuanto antes».

Frente a mensajes apocalípticos, la esperanza. Droblo termina su libro con esta frase: «sinceramente, creo que estamos a tiempo para evitar la Gran Crisis del Siglo XXI».

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