El reverso de los Presupuestos

18/09/2020

Hernando F. Calleja.

El trance presupuestario en el que está situado nuestro país es muy preocupante y de su desenlace no sólo depende que se cumplan o no las previsiones económicas más avezadas. Hay varias amenazas que se ciernen sobre España ante un desenlace indeseable.

La situación de partida es chocante, ya lo he dicho alguna vez. Los borradores brillan cegadoramente, por su ausencia. Parece una partida de póker mentiroso. Lo es entre los socios de gobierno, cuando una parte asegura ignorar qué ha preparado el Ministerio de Hacienda. Lo es cuando el presidente del Gobierno y el presidente del primer partido de la oposición se reúnen y no llevan en las manos ni una carpetilla de cartulina para disimular. Lo es cuando una vicepresidenta del Gobierno se reúne con grupos parlamentarios más pequeños y suelta la obviedad de que los presupuestos los hace la ministra de Hacienda, como diciendo que ella negocia, pero no sabe muy bien qué…

El inventario de torpezas crece cada día. Se acercan las fechas comprometidas con la Unión Europea y nadie quiere revelar que van de farol, con una parejita de doses.

Y aquí fuera, en esta intemperie atemorizante, nos encontramos in albis. Los particulares para saber si tenemos que ahorrar aún más, los trabajadores sin saber si habrá inversiones a las que prestar su fuerza laboral, los empresarios sin conocer más que vaguedades e imprecisiones sobre el marco económico y fiscal sobre el que deben trazar sus previsiones. Porque es así, señores políticos, los particulares, los trabajadores, los empresarios hacen previsiones, eso que a ustedes les parece una pérdida de tiempo, porque saben que todo acabará una madrugada, en una timba entre tres o cuatro jugadores. Eso que ustedes creen que se llama política.

Los grandes riesgos de los próximos Presupuestos Generales del Estado son, por supuesto económicos (lean, lean el último informe del Banco de España con sus escenario malo y peor). Pero son sobre todo políticos. La inexistencia de un acuerdo respaldado o al menos aceptable, para los dos principales partidos políticos españoles pone al Estado como prenda del juego político.

Los partidos políticos que pueden apoyar los presupuestos, salvo contadas excepciones, carecen de interés ninguno por lo que digan las cuentas del Estado. Quieren trozos del Estado. No les importa más que las contrapartidas políticas que le puedan sacar a un Gobierno débil. Eso explica por qué no necesitan papeles ni calculadoras sobre la mesa. El éxito para ellos será obtener renuncias del Gobierno.

Los conservadores ni se enteran de dónde está el peligro de dejar sólo a Sánchez. El presidente del Gobierno, con sus urgencias, ni él mismo sabe lo que va a tener que ceder, incluido el ominoso pésame por un etarra suicida.

Los conservadores creen que apoyar al Gobierno retrasa sus posibilidades de volver a gobernar. De lo que no se percatan es de que la España resultante de los apoyos independentistas y etarras, puede no ser como la de ahora.

Los presupuestos nunca fueron economía, estúpidos.

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