Cobarde Sánchez

23/09/2020

Luis Díez.

Decía Miguel de Unamuno que “tonto quiere decir tonto, o sea, defectivo de entendimiento”. Y muy tontos tendríamos que ser si no entendiéramos la enjundia, urgencia e importancia de la pregunta del líder del PP, Pablo Casado, que el jefe del Gobierno ha dejado sin responder el miércoles 23 de septiembre en el Congreso para ir a Bruselas. La pegunta es: “¿Está protegiendo el futuro de los españoles?” La cuestión es enjundiosa porque el futuro nos importa, es urgente porque el futuro empieza ahora y es importante porque todos (sobre todo los ricos, la bolsa y la banca) necesitamos protección. De ahí que el aplazamiento de la respuesta haya obligado a Casado a poner el grito en la atmósfera para que sepamos que Pedro Sánchez pegó “la espantada y huyó”, cual cobarde, de su obligación con la oposición.

Quizá el verbo “huir” esté muy gastado en estos tiempos de tocata y fugas, pero hasta el más tonto entiende la sinapsis o el contagio verbal de algunos personajes en boga y disculpe la expresión. Que el presidente Sánchez rehuye el Parlamento es un hecho, aunque bien lo disimuló cuando estaba en funciones y al contrario que su antecesor aceptaba sesiones de control. Pero el hecho está ahí y sólo nos faltaba que alguien lo denunciara y además le llamara “cobarde” por pasar a las autonomías la patata caliente del coronavirus y encima abandonar a Madrid, que es España dentro de España y como tiene aeropuerto, está en el centro de la Península Ibérica y ahí confluye el sistema radial de transporte, se ha llenado de microbios de la Covid-19 en los barrios del sur.

Cierto es que la cobardía de Sánchez viene de lejos. Ya quedó demostrada cuando ordenó sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos y llevarlos al cementerio de El Pardo junto a los de su esposa y no a la cripta de la catedral de la Almudena como querían sus nietos y la ultraderecha nacional. Entonces Casado le llamó “cobarde” porque “sólo arremete contra los dictadores muertos” y en cambio es tibio con los vivos como Nicolás Maduro, añadió con suma precisión en defensa de Guaidó.

Con esa tara de origen hasta el más tonto entiende que Sánchez se deje arrastrar por esos comunistas descoloridos y populistas bolivarianos capitaneados por Pablo Iglesias, por los interesados nacionalistas vascos y hasta por los desmemoriados batasunos que tienen la desfachatez de reclamar el régimen penitenciario ordinario para los presos de la derrotada y disuelta ETA después de setenta años de actividad criminal. El colmo de la cobardía de Sánchez es el trato a los independentistas catalanes. En vez de aplicarles otra vez y con todas las consecuencias el 155, como pedía Casado (y exigía el periclitado Ribera), monta esa mesa de diálogo con la Generalitat, los Torra-Puigdemont, los republicanos, la anti España. “Cobardía y traición” clamó Casado para que hasta los tontos nos enterásemos.

Se comprende además que ese huidizo cobarde que tenemos de jefe del Gobierno fuera incapaz de prohibir la manifestación feminista del 8 de Marzo, día de la mujer trabajadora en todo el mundo, cuando ya el patógeno coronavirus estaba sobre nuestras cabezas y que luego, con su suprema “ineptitud culpable, homicida y dolosa”, perseverara en mantener el estado de alarma para arruinar al país como tantas veces denunció Casado dentro y fuera del Parlamento, siendo secundado, banderas y cazuelas en mano, por tanta gente de orden no sólo en Núñez de Balboa, sino también, por iniciativa de su competidor Abascal, en coche por la Castellana.

Ahora Sánchez “huye” del hemiciclo para mantener unas reuniones con vistas a una cumbre europea que se ha aplazado hasta el 1 y 2 de octubre y no solo deja sin contestar la pregunta del líder del PP, sino además la de Aitor Esteban (PNV): “¿Cuáles son sus planes para la gestión de los fondos europeos de reconstrucción?”; la de Ana María Oramas (CC): “¿Qué medidas urgentes tiene previstas el Gobierno para hacer frente a la grave situación económica y social de Canarias, por el nuevo cero turístico?” Y la de Mertxe Aizpurúa (EH-Bildu): “¿Se compromete con unos presupuestos progresistas apoyados por la mayoría de la investidura?” ¡Qué vergüenza!

Claro que éstos portavoces no han protestado pública y sonoramente por el aplazamiento de las respuestas. Se nota que son cobardes y no defienden a España. Carecen de la valentía (y la gallardía) ampliamente demostrada por un Casado capaz de abstenerse y de votar en contra de las prórrogas del estado de alarma y del confinamiento para lo dicho: no arruinar España. Valor probado también el del líder del PP al pactar con la ultraderecha en Andalucía, Madrid o donde sea necesario para gobernar autonomías y ayuntamientos por el bien de España. Arrojo contrastado al rescatar de la noche de los tiempos a Iturgaiz y colocarle de candidato a lehendakari en el País Vasco con tan magníficos resultados en defensa de España. Y coraje sin par al cesar como portavoz en el Congreso a la marquesa Cayetana tras el primer periodo de sesiones. Aunque no se discute el cese fuera en defensa de España, la todavía diputada por Barcelona y pupila de Aznar apuntaba maneras propias un tanto alejadas de Teodoro García Egea y demás chisgarabís de Génova, 13, y a estas alturas hasta el más tonto entiende que el subordinado no puede ser más listo que el jefe.

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