He despertado a las cinco de la mañana con la noticia en las ondas; conflicto de los pepinos, bajada del tabaco, pacto de los políticos para gobernar los ayuntamientos y etc, etc…
Después de embutirme el chándal y calzarme las botas de trekking, he bajado a la calle a dar mi vuelta (3,5km) matutina a la dehesa. El día estaba muy claro, ideal para hacer unos kilómetros y saludar a otros practicantes, asiduos del mismo recorrido. A las ocho y media, estaba de regreso en la residencia y después de hacer unas abluciones, he acudido al comedor para reponer fuerzas y cambiar impresiones con algunos compañeros de mesa. Terminado el desayuno, he cumplido con el ritual diario de acompañar a una paisana postergada en una silla de ruedas, a la sesión de fisioterapia. A continuación, dado que no tenía ningún taller ni actividad que realizar, he optado por seguir con mis paseos, subiendo al cerro del telégrafo.
El camino no ofrece apenas dificultades y enseguida comienzo la ascensión rodeado de encinas, chopos, abedules y de algunas reses paciendo desperdigadas, hasta llegar a la cima, que es en realidad una pequeña meseta con un edificio que antaño se utilizaba como telégrafo óptico y desde el cual podemos disfrutar de una espléndida panorámica que abarca desde el pantano de Valmayor, San Lorenzo de el Escorial, Guadarrama, Collado Mediano, Becerril, Moralzarzal, Collado Villalba , hasta todos los picos importantes de la sierra de Guadarrama y Peñalara.
Regreso a las 13.30h a la residencia y una ducha reparadora y un cambio de ropa, me convierten en un hombre nuevo, que con mucho apetito se dispone a dar buena cuenta, en el comedor, de las viandas que componen el menú del día.
Sobre las dos y media, me acerco a la biblioteca “Miguel Hernández” con el objeto de devolver dos libros y traerme otros dos, que me permitan satisfacer el hábito de lectura, cuasi diaria, que siempre he practicado.
A las cinco y media, como casi todas las tardes, he bajado al Centro de Día, donde entre bromas, trato de hacerles más agradable la espera, antes de que los devuelvan a sus casas, a unos cuantos amigos-amigas que he ido conociendo durante mi estancia aquí.
Ahora escucharé un poco la radio, leeré unas cuantas páginas de “Los archivos de Salem” de Robin Cook y antes de dormir, daré un repaso mental a lo que pienso hacer mañana y que espero hacer con la misma tranquilidad de conciencia y con las mismas ganas de vivir con que ha transcurrido la jornada de hoy.
Buenas noches y, como dicen los toreros, que Dios reparta suerte.
Fdo: César Fernández
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