«Liege & Lief», Fairport Convention

19/09/2011

Javier Amo.

¿Qué hace un disco de folk en una sección de jazz? Nada, pero voy a darme el gustazo de incluir uno de los mejores discos que he tenido en mi vida y que probablemente  todavía estará en el top 10 de las cosas que más oigo con regularidad. Además, recientemente lo han reeditado con grabaciones complementarias en lo que se ha llamado Deluxe edition.

Estamos en 1969, y todavía no se distingue, dentro del marasmo de tendencias imperantes, algo que permita amalgamar todo lo bueno que se estaba desarrollando en aquella época. Por un lado teníamos el sonido costa oeste y su mística “hippy” con un cierto toque alucinógeno. Por otro lado los grupos que se movían en un cierto inmovilismo a través de la música tradicional, con sus canciones sobre cosechas, mitos medievales, etc.

De repente aparece Liege and lief en el mercado y nos quedamos en estado de shock. No se trata de un grupo nuevo, dado que ya contaba con varias grabaciones en su haber, todas ellas de altísima calidad, moviéndose en el terreno de la música tradicional, aunque con incursiones en el mundo de Dylan y de Cohen por ejemplo.

Pero había una especie de magia en la que podíamos ver un poco de todo, en que cada canción era por sí merecedora de un CD completo y en que a unas voces increíblemente bellas, que eran marca de la casa, se añaden unas instrumentaciones y un sonido de un nivel de calidad como no lo habíamos visto antes. De hecho, este disco abrió la puerta a grupos como Lindisfarme (Meet me on the corner y Lady Eleonor), Steeleye Span (Below the salt, All around my hat) e incluso claras influencias sobre uno de los mejores grupos de la historia como Jethro Tull, que en grabaciones posteriores se vieron claramente influidos por este disco (ver Heavy Horses y Songs from the Wood), sino que además colaboraron juntos en varios directos y especialmente en los festivales de Copredy.

Y quiénes son estos Fairport Convention: en primer lugar Sandy Denny, en las voces y la guitarra, desgraciadamente fallecida al poco tiempo de sacar este disco, al caerse por unas escaleras cuando estaba embarazada y en la plenitud de su carrera. Pocas personas han tenido tanta influencia en la música inglesa como ella. Sus discos en solitario siguen siendo valorados como joyas musicales y constantemente se siguen editando discos suyos sacados de cualquier sitio, incluido el caso de ella en solitario en casa ensayando con un piano, lo cual la sitúa en el borde de un cierto culto a la personalidad. Para mí fue sorprendente una vez en la que estaba comprando un disco en Londres y un grupo de “punkies” se acercaron y vi con sorpresa que se compraban North Star and the Grassman de SD y no pude por menos de preguntarles por su compra. Sorprendentemente me contestaron que era música de la buena.

A la guitarra Richard Thompson, que sigue en el candelero habiéndose convertido con los años y una vez mudado a USA, en uno de los grandes guitarristas tanto en su faceta de estudio como grabando sus propios discos.

Ashley Hutchings, al bajo y aportando la faceta más folkie y purista del grupo (de hecho, abandonó el grupo por estar en descuerdo con la nueva línea de sonido).

Dave Swarbrick, virtuoso del violín que sigue en la brecha a pesar de que se ha quedado completamente sordo, y Dave Mattacks, a la batería tras pasar por varios grupos y uno de los músicos más reputados de este instrumento. Finalmente, Simon Nicol, que además de añadir muchas de las voces era un guitarrista de una gran solidez.

El disco tuvo un éxito moderado en su lanzamiento. En un comienzo consiguió estar en el top 15 durante un buen número de semanas, pero fue a posteriori como una cierta lluvia fina que fue calando, lo que le llevó a convertirse en un disco que dio nombre a un estilo perfectamente identificable, el folk rock,  y para hacernos una idea de su permanencia, la BBC le nombró en 2006 como el disco que más ha influido en la historia del folk.

Es decir, disco que toda colección musical que se precie debe tener, y para poder  apreciar el lirismo de «Farewell, farewell», la instrumentación de «Crazy Man Michael», la belleza de «Tam Lin» y el tradicionalismo folkie que representa la historia del adulterio decimonónico de «Matty Groves».

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