A propósito de Trump. Con los conocimientos actuales ¿debería la suplementación con zinc tener cabida en la terapia anti-COVID?.

11/10/2020

José Sabán Ruiz.

Con fecha 12 mayo-2020 publiqué con el Dr Domingo Ly-Pen el artículo  «COVID-19: a personalized cardiometabolic approach for reducing complications and costs. The role of aging beyond topics» (Acercamiento cardiometabólico personalizado de la COVID-19 para reducir complicaciones y costes. El papel de la edad más allá de los tópicos) en la prestigiosa revista Journal of  Nutrition Health & Aging y en dicho artículo cuestionábamos  el uso de zinc en la COVID-19, puesto ahora de actualidad por el equipo médico del Presidente Donald Trump.

Para poner todo en perspectiva comencemos diciendo que el Dr Ly-Pen es un médico de familia chino-español, con grandes conocimientos en Medicina Cardiometabólica,  que tras emigrar en 2014 al Reino Unido, se afincó en 2017 en Eyre (República de Irlanda) donde ejerce en la actualidad. Una medicina, la cardiometabólica,  nacida en el siglo XXI (año 2006, Boston) obsesionada con el endotelio y su relación con el envejecimiento, que recoge la antorcha de la Medicina Cardiovascular clásica, nacida a mediados del siglo XX, obsesionada con el riesgo cardiovascular y después del riesgo cardiovascular más riesgo cardiovascular.

Nuestro artículo sobre la COVID fue publicado on-line antes de cumplirse el mes de ser enviado, un hecho inusual salvo, como muchos de Uds seguramente saben, para artículos considerados por el Editor Jefe del máximo interés y ello nos honra.  Visto desde la lejanía,  cinco meses después  creemos que nuestro artículo dejó «perlas» que yo llamo anticipativas porque abrieron campos en diferentes frentes y ello fue lo que probablemente vio el Editor Jefe y que ni siquiera nosotros mismos entendimos en su día.  Dejando a un lado si la perla del zinc brilla o no, el tiempo dirá, lo que no hay duda es que nuestro trabajo dejó perlas inequívocas y si no juzguen Uds:

1-Fuimos los primeros en hablar del papel del endotelio, el tejido que reviste el interior de nuestro sistema vascular,  en la génesis de la enfermedad diciendo que el receptor del virus, la enzima ACE2,  lo sintetizaba la célula endotelial, a cuyo nivel juega un papel clave y beneficioso en el sistema vascular,  y que «por vecindad» se lo pasaba, de forma inocente,  debido presumiblemente un exceso de producción,  a la célula pulmonar (neumocito) y a otras células. ¿Para qué iba a producir ACE2 el neumocito si la fisiología pulmonar no necesita de esta enzima?¿Para que un buen día pasara por allí un coronavirus, que ni siquiera es humano, y abrirle la puerta?. Esto no tiene sentido. Además advertimos que había una segunda enzima implicada,  la serín-proteasa TMPRSS2,   también de origen endotelial, la cual  decíamos que debería ser investigada tomándole la delantera al mismísimo Colegio Imperial de Londres que dijo lo mismo que nosotros solo que 14 días después (26 de Mayo) en artículo firmado por  Alessia David y cols (Structure, function and variants analysis of the androgen-regulated TMPRSS2, a drug target candidate for COVID-19 infection. Centre for Integrative Systems Biology and Bioinformatics, Department of Life Sciences, Imperial College London, London SW7 2AZ);

2-Siguiendo con el endotelio,  aunque lo  intuíamos, en nuestro trabajo no pudimos demostrar su papel como diana o víctima de la enfermedad por un día ya que nuestro artículo se remitió el mismo día que un grupo de Milán publicó sus autopsias en las que destacaba una endotelitis (inflamación) severa en los casos fatales (con final en muerte). Digo que lo  intuimos porque advertimos del parecido de la COVID  con  la enfermedad EVA (Equine Viral Arteritis) de los equinos (caballos, mulos etc) producida por un arteviridae,    «primo» de los coronavirus, y que dicha similitud entre EVA y COVID solo podría explicarse vía endotelial.  Un endotelio del que podríamos seguir hablando sin parar y más si nos atenemos a las ya confirmadas acciones antivirales específicas del NO frente al SARS-CoV-2, como ya demostrara en su día frente al SARS-CoV, responsable del SARS de 2002. El acrónimo NO hace referencia al Óxido Nítrico (Nitric Oxide), siendo la célula endotelial la encargada de su síntesis en nuestro organismo. ¿Sorprendidos?. Follow me que hay más.

3-Fuimos los primeros en proponer un abordaje cardiometabólico, verdadera esencia del artículo publicado,  en lugar de cardiovascular, por motivos que excederían las pretensiones del presente artículo. Más de cinco meses después la clase médica, muy tradicionalista y por ello reticente al cambio, aunque sea como en este caso para prevenir mejor y reducir costes, no varió su enfoque y seguimos enrocados en lo mismo: riesgo cardiovascular.  De hecho el Dr Manan Pareek (Yale New Haven Hospital), con fecha 29-8-2020 presentó las líneas maestras de un trabajo sobre el riesgo cardiovascular de la COVID en el European  Society Cardiology olvidándose del concepto de Medicina Cardiometabólica aunque luego en su análisis hablara sorprendentemente una y otra vez de la Diabetes sin caer en la cuenta que dicha enfermedad,  junto con el Síndrome Metabólico, que habitualmente le precede, y la Enfermedad Aterotrombótica (antigua aterosclerosis) que le sigue, conformando las tres la esencia de las enfermedades cardiometabólicas, todas ellas de base genética incuestionable e independiente. Afortunadamente otros hospitales americanos como el del Mount Sinai tiene un Departamento de Medicina Cardiometabólica, que ellos llaman Desórdenes Cardiometabólicos (Cardiometabolic Disorders) dirigido por el Dr Robert Rosenson.

4-Fuimos los primeros en hablar en un artículo científico referente a la COVID de que los 4 coronavirus genuinamente humanos (229E, NL63, OC43 y  KU1) (excluidos por tanto el SARS-CoV, MERS-CoV y SARS-CoV-2 que son zoonosis) podían cursar con cuadros clínicos similares a los que produce el «virus del catarro común» cuya información estaba absolutamente disgregada en las revistas y libros de microbiología. Una información que para nosotros pedía a gritos ser rescatada y agrupada. Está claro que no dijimos nada de que la inmunidad frente a cualquiera de estos 4 virus protegería frente al SARS-CoV-2, un hecho que por entonces se desconocía pero que nuestra intuición nos llevó,  a pesar de ello,  a notificar la existencia de dichos virus y sus correlaciones clínicas por si en el futuro este dato fuera de interés para la COVID-19 como así ha sido. Hablando de inmunidad.

Llegamos al punto 5, que fue posiblemente el que más llamara la atención del Editor Jefe para decidir la publicación inmediata de nuestro trabajo, ya que su revista edita esencialmente artículos que versan sobre el envejecimiento. Así, fuimos los primeros en resaltar el papel de la inmunidad celular en la COVID-19 y que ello era especialmente determinante en el sujeto de edad avanzada. Hasta nuestra publicación, que nosotros tuviéramos conocimiento al menos, solo se hablaba de anticuerpos y fue muy posteriormente cuando los mejores inmunólogos del mundo empezaron a hablar de la importancia de la inmunidad celular en esta enfermedad y ello nos congratula. Entre dichos inmunólogos yo destacaría al profesor  Arne N. Akbar,  que publicó en colaboración con Derek W. Gilroy, a mediados de julio,  en la revista Science,   un artículo titulado «Aging immunity may exacerbate COVID-19«, (Science, 17 Jul 2020: Vol. 369, Issue 6501, pp. 256-257.), para decir justo lo que nosotros escribimos el 17 de abril y que se publicó on-line el 12 de mayo (COVID-19: a personalized cardiometabolic approach for reducing complications and costs. The role of aging beyond topics), donde en el segundo apartado del artículo, como muy bien recoge el título,  destacábamos que eso de que los enfermos de edad padecían las formas más graves solo por tener enfermedades de riesgo era un tópico y que un sistema inmunológico celular «envejecido», proceso conocido como inmunosenescencia,  tenía mucha culpa de ello.  Este hecho podría quedarse en mera anécdota si no fuera porque la publicación  de Akbar & Gilroy fue motivo de un artículo periodístico escrito en el New York Times por Veronique Greenwood el 8 de septiembre de 2020 titulado How the Aging Immune System Makes Older People Vulnerable to Covid-19 y la noticia saltó de esta forma de los medios científicos a los medios periodísticos de forma que Akbar y Gilroy pasarán a la posteridad, entre otras cosas, por tener la brillante idea de implicar un buen día el deterioro de la inmunidad celular en la génesis de la enfermedad.  No seré yo quien cuestione la trayectoria científica de dichos profesionales pero ¿por qué no nos citaron en su artículo si el nuestro fue muy anterior?.

Por último, en referencia al zinc, en nuestro enfoque cardiometabólico de la COVID decíamos que ambas enzimas convertidoras de la angiotensina, que juegan un papel muy relevante en la fisiología vascular, conocidas por su acrónimo inglés ACEs (ACE y ACE2),  usaban  Zn²+ y  Cl- como cofactores por el simple hecho de ser metaloproteasas y que por ello podría tener implicaciones negativas en sujetos afectados por COVID ya que estábamos «dando de comer» a la enzima ACE2 que actúa como principal receptor del virus SARS-CoV-2, agente causal de la enfermedad. Por dicho motivo desaconsejábamos su suplementación por muy ventajosas que pudieran considerarse otras funciones de dicho oligoelemento, especialmente las relacionadas con la Inmunidad.  ¿Y si después de ver lo que pasó en los cinco puntos anteriores aquí también lleváramos razón?.

Al hilo de lo anterior nos viene a la mente lo verdaderamente importante y que da pie al título del presente artículo,  ¿puede el Presidente Trump ser perjudicado por dicha suplementación?: la evolución parece que está siendo buena pero aún es pronto para evaluaciones definitivas ya que han sido muchos los empeoramientos súbitos por motivos diferentes que no vienen al caso. Respecto al zinc nuestro grupo mantiene una postura coherente con lo expresado en nuestro articulo y así, llevamos 5 meses suspendiendo, en nuestra consulta de Antienvejecimiento (Anti-Aging),  la suplementación con zinc por el riesgo elevado de COVID con la edad por los motivos arriba señalados. Un oligoelemento, el zinc, muy utilizado en este tipo de medicina, que al igual que la Cardiometabólica, con la que está muy relacionada,  también es muy desconocida en España, confundiéndose con estética que es tan solo una faceta y ni siquiera, al menos en mi opinión, la más importante. Dicha suspensión la mantendremos hasta que no se demuestre que es beneficioso para la prevención y/o tratamiento de dicha enfermedad, hecho que hoy por hoy nadie ha demostrado. Si el futuro de la investigación de la suplementación con zinc en la COVID pasa por el empleo de tratamientos complejos como el utilizado con Trump, que además del zinc ha recibido dos anticuerpos experimentales, un antiviral, vitamina D, famotidina, melatonina y aspirina,  los resultados nunca podrán ser evaluados desde un punto de vista científico ya que,  tanto si responde como si no, no podremos discernir de qué componente del puzle estamos hablando y si encima le añadieron al final corticoides no hay manera de aclararse. Bueno sí, a los corticoides le han achacado prestigiosos científicos,  interrogados al respecto, su estado actual de euforia, un hecho que no es una crítica sino una obviedad,  y no siendo preocupante en sí mismo, si lo es si la euforia va acompañada de algún que otro comportamiento y discurso al menos «desconcertantes» si nos atenemos a los reportajes emitidos por diferentes cadenas en las últimas 72 horas. Si su salud mental se confirmase que no es la óptima, ahora que parece que le han suspendido el zinc, por lo manifestado por el propio Presidente que dice no tomar ya nada, algo de suplementación si que podría venirle bien, dicho con todos los respetos para con su equipo médico. ¿Y por qué ahora sí y antes no?: por un lado,  la enzima ACE2, dependiente de zinc, pierde protagonismo,  y por otro estarían los potenciales beneficios del zinc sobre su estado mental (Petrilli y cols, Front. Pharmacol., 30 June 2017) antes de que su presumible deterioro vaya a más,  y es que la medicina moderna es así, o al menos así la entiendo yo: anticipativa, preventiva, precisa y personalizada.

José Sabán Ruiz.  Profesor. Académico. Editor del único tratado existente en castellano sobre Medicina Cardiometabólica (Control Global del Riesgo Cardiometabólico. Editorial Diaz de Santos. Vol I y II, años 2009 y 2017). Responsable de la Unidad de Endotelio,  Anti-Aging y Salud Cardiometabólica post-COVID, Clínica d-médical, Madrid. Asesor Cardiometabólico del Hospital Helicópteros Sanitarios (Marbella).

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