Repsol no descarta futuras alianzas o una salida a Bolsa de su negocio renovable para impulsar el crecimiento de su apuesta por esta energía.  En una conferencia con analistas para presentar los resultados de los nueve primeros meses del año, el consejero delegado de la compañía, Josu Jon Imaz, señaló que la alianza con Ibereólica Renovables en Chile para su expansión internacional en renovables puede servir «de pista» para lo que hará el grupo en este negocio.

La estrategia en las renovables del grupo pasan por trabajar en contar con una mejor estructura financiera que permita impulsar la rentabilidad y «conseguir el doble dígito», lo que podría incluir ‘join-ventures’, asociaciones o una posible oferta pública de venta de acciones (OPV) de este negocio.

En el caso de Chile, el grupo alcanzó este verano un acuerdo, cerrado en octubre, con el Grupo Ibereólica Renovables, que le da acceso a una cartera de proyectos en Chile que esta compañía tiene en operación, construcción o desarrollo, de más de 1.600 MW hasta el año 2025 y la posibilidad de superar, gracias a esta alianza, los 2.600 MW en 2030.

Imaz explica que no a ser un negocio «que demande efectivo» debido a que se va de la mano con un socio y a que el desarrollo de los proyectos van vinculados a contratos de compraventa a largo plazo (PPA, por sus siglas en inglés).

Inversión de 600 millones en Cantabria

Por otra parte, Repsol llevará a cabo el proyecto de ampliación de la central hidroeléctrica de bombeo de Aguayo (Cantabria), con lo que aumentará su capacidad hasta los 1.360 megavatios (MW), lo que representará una inversión de unos 600 millones de euros y será uno de los proyectos ‘estrella’ de su próximo plan estratégico 2021-2025 para impulsar las renovables.

El consejero delegado del Repsol, Josu Jon Imaz, señala a los analistas que éste es «uno de los principales proyectos que tenemos ahora en mente». El crecimiento de la compañía en renovables se focalizará en eólica y solar, aunque subrayó la necesidad de otras tecnologías que den respaldo de manera ininterrumpida durante todo el día, como el almacenamiento y el hidrógeno.

Aguayo fue adquirido por Repsol en noviembre de 2018 a Viesgo, dentro de la operación por la que la petrolera se hizo con la cartera de activos de generación eléctrica de bajas emisiones y la comercializadora de la eléctrica.

El acuerdo incluía el traspaso de tres centrales hidroeléctricas con una capacidad instalada de 700 MW y situadas en el Norte del país, entre ellos Aguayo, así como dos centrales de ciclo combinado, en Algeciras (Cádiz) y Escatrón (Zaragoza), con una capacidad conjunta de 1.650 MW.

El proyecto de ampliación de la instalación de Aguayo, que cuenta con una potencia de 340 MW, ya fue puesto sobre la mesa a principios de la década pasada por la alemana E.ON, entonces propietaria de Viesgo. Repsol reactivó este año la tramitación para un posible futuro del proyecto, que recibió la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Además, la ampliación de la hidroeléctrica siempre ha contado con el respaldo del Gobierno de Cantabria y encaja dentro de los proyectos para recibir los fondos europeos que llegarán a España para al recuperación europea.

En este sentido, el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, tras participar en la Conferencia de Presidentes, para abordar los criterios de reparto de los fondos europeos que llegarán a España, apuntó a la presa de Aguayo como una inversión en el ámbito de la transición ecológica.

La pasada semana, durante la presentación de un proyecto para construirá en su refinería de Cartagena la primera planta de producción de biocombustibles avanzados de España, que supondrá una inversión de 188 millones de euros, Imaz no descartó que «si salían oportunidades» para tecnologías donde Repsol ya está, como el hidrógeno, la generación renovable o la digitalización para transformar las refinerías, entre otros, se opte a estos fondos europeos, «como cualquier empresa». «No vamos a renunciar a ninguna actuación», ya que España «debe basar su estrategia de descarbonización en sus capacidades industriales y tecnológicas, ya que esa será «la forma de impulsar un tejido empresarial competitivo e innovador».