Las cadenas hoteleras -grandes, medianas y pequeñas- están colgando de forma creciente el cartel de «se vende» en decenas de establecimientos en varias ciudades españolas, desde Madrid a Barcelona y a los ubicados en zonas eminentemente turísticas, como Canarias, Baleares y la Costa del Sol.

Han intentado resistir con los expedientes de regulación de empleo temporales, las ayudas del ICO y con la esperanza de que iban a salvar parte del verano. No ha sido así, incluso las buenas noticias para Canarias por la vuelta de turistas alemanes y británicos casi se han desplomado, y hoteles que se reabrieron han vuelto de cerrar en solo días, ante las decisiones de los países emisores -Alemania y Gran Bretaña-, que ha llevado a touroperadores como TUI a anular viajes.

Una de las consecuencias es la imposibilidad de mantener hoteles cerrados, y si los propietarios se habían resistido a las ofertas a la baja de fondos interesados en adquisiciones, ahora salen al mercado, incluso con descuentos de más del 30%. Afecta, asimismo, a establecimientos históricos o emblemáticos, como el Mandarín  Oriental, ubicado en Barcelona. A ese grupo se ha unido el Fairmont Rey Juan Carlos I, que soporta una deuda de unos 70 millones de euros. La otra opción es acogerse al concurso de acreedores.

En Madrid, hay varios hoteles en estas situación, como Único Hotel, en Claudio Coello, propiedad de Pau Guardans, o el antiguo Gran Hotel Velázquez, que está cerrado, y que era gestionado por la firma de la familia Matutes. En Canarias, fuentes del sector, están en venta más de 50 establecimientos.

Un contexto idóneo como Blackstone, Portobello o Atom, que ya cuentan muy relevante en España, pero que, al contar con liquidez y fortaleza financiera, pueden elevar posiciones en los próximos meses, y en especial en 2021. Las socimis (sociedades inmobiliarias cotizadas) especializadas en hoteles se suman a este proceso de ventas y compras.