‘La máquina de Turing’, Un genio por descifrar

06/11/2020

Luis Martínez del Amo. Tolcachir se pierde entre géneros en esta exploración de la figura del matemático inglés.

Foto: Elena C. Graiño

Algo separa irremediablemente la narración del drama. Y así lo expresa a cada minuto esta versión para la escena de la vida de Alan Turing, el genio impulsor de la computación y, mártir homosexual, empujado al suicido tras ignominiosa persecución, a pesar de los servicios a la Corona, prestados durante la guerra contra los nazis.

Tolcachir, enfant terrible del teatro argentino, que deslumbró a medio medio mundo con su brillante exploración de la familia Coleman, un prodigio del reciente teatro naturalista, parece perdido en esta disquisición entre los materiales que conforman lo dramático y lo narrativo. Tras pisar terreno científico en su anterior Copenhague, Tolcachir regresa a este apartado, e incluso al mismo momento, el de la conflagración que sacudió Europa y el mundo a mediados del pasado siglo.

Esta vez, sin embargo, el libreto elegido no alcanza la categoría de su antecesor; ni mucho menos aquella escritura colectiva de la añorada La omisión de los Coleman, sino que Tolcachir se conforma con una adaptación del también actor Benoit Solès, basado a su vez en una biografía del genio inglés escrita por otro matemático, y también gay, como Andrew Hodges.

Lastrado por la indefinición del texto, Tolcachir parece perdido a la hora de articular su puesta en escena. Y de ello se resiente el trabajo del conjunto del plantel, que no alcanza a brillar, a pesar de su corrección, debido quizás a esa indefinición genérica, o ausencia de forma dramática.

Así sucede con el trabajo de iluminación de Juan Gómez Cornejo. Y con la escenografía y vídeos de Emilio Valenzuela; muy apreciables en ambos casos, pero irrelevantes a la postre. Así como, si hablamos de los actores, con el dúo elegido para encarnar el pequeño puñado de personajes que encierra este (no) drama; es decir, por una parte, Carlos Serrano, desdibujado y perjudicado por la falta de pautas que orienten la narración (o el drama); e incluso Daniel Grao, cuyo bien caracterizado Turing se pierde por la falta de forma del contenedor que, sin aprovecharla, la acoge.

Y esto es así, lamentablemente, incluso en los momentos en que la obra sí acierta a doblegar la atención del público; como cuando Turing logra resolver el enigma nazi. Y ello a pesar de la buena construcción de sus partes. Se diría que todo está correcto, pero no flota.

Una lástima. La vida de un mártir, perdida para las tablas.

Hasta el 15 de noviembre, en los Teatros del Canal, de Madrid.

¿Te ha parecido interesante?

(Sin votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.