Riqueza con principios

13/11/2020

Miguel Ángel Valero. En "Valuismo. Reinventando la economía global" (editado por LID), María Lladró promueve "una nueva filosofía económica y social basada en la generación de valor sostenible, que implica generar riqueza sin destruir por el camino las fuentes de esa riqueza".

Tengo que reconocer que, cuando el entrañable José María Triper me recomendó este libro, su título, «Valuismo», me echó para atrás. En la página 26, María Lladró, economista, mediadora, especialista en empresa familiar (fue directiva y consejera durante más de de dos décadas en el grupo Lladró), fundadora, presidenta y consejera delegada de empresas de biotecnología, sector inmobiliario y de energías renovables, explica que el término ‘valuismo’ procede del ámbito del diseño industrial y hace referencia al proceso de selección natural por el que «sobrevivirán en el mercado los artículos y las empresas que proporcionen mayor valor con sus productos y servicios».

«Valuismo. Reinventando la economía global» (editado por LID) es una obra de reducida extensión (159 páginas) pero grande en contenido. María Lladró explica que el valuismo «constituye una nueva filosofía económica y social basada en la generación de valor sostenible, que implica generar riqueza sin destruir por el camino las fuentes de esa riqueza».

En las páginas 28 y 29 se formulan los 15 principios del valuismo, que se desarrollan de una manera más profunda en las páginas 151 a 158.

Desde mi punto de vista, el gran hallazgo de esta obra no es tanto la definición de valuismo como el salto de la conciencia a la consciencia. María Lladró diferencia claramente la conciencia, «un concepto moral que ayuda a discernir entre el bien y el mal», de la consciencia, «un concepto vital y humano que implica la capacidad para ver, escuchar, sentir, comprender, confrontar, en definitiva, para estar atentos a nosotros mismos y al entorno». «La consciencia nos invita a ser personas profundamente humanas, con sentido de trascendencia porque el mundo seguirá aquí más allá de nosotros«, recalca.

«El poder se maneja mejor con estructuras dependientes que no se atreven a pensar que con estructuras de personas pensantes. Sin embargo, son las personas pensantes las que llevan a cabo los verdaderos logros«, razona María Lladró. «Lo preocupante es que estamos consintiendo, por activa y por pasiva, una concentración de poder inaudita en la historia de la humanidad«, advierte.

«La libertad está amenazada por la gestación de una sociedad digital dependiente que nos convierte, en sus versiones más avanzadas, en marionetas tecnológicas en manos de sus creadores. También está amenazada por el deseo inagotable de consumir y la dependencia de productos cuya producción está en manos de oligopolios«, insiste.

«El pensamiento consciente es la comprensión de lo que ocurre y de lo que debe transformarse en nosotros mismos para hacer posible el cambio», subraya la autora de «Valuismo». «Si con una nueva consciencia viéramos el conjunto de los recursos disponibles y todo lo que podemos hacer con ellos, veríamos otra realidad: la abundancia», añade.

Pero no todo vale en nombre de la consciencia, especialmente los «razonamientos tramposos»: «La libertad de expresión termina cuando se hace apología del odio. El diáologo termina cuando se utiliza como excusa para seguir creando confrontación. El derecho a la diversidad termina cuando, amparado en la diferencia, busca privilegios que no le corresponden».

María Ladró acierta plenamente cuando afirma que «si nuestro sistema económico no se transforma, las medidas contra el cambio climático siempre llegarán tarde». Sobre todo, cuando deja muy claro que «el mercado no es un monstruo terrible: lo convertimos nosotros en monstruo cuando permitimos que lo sea».

El pensamiento a largo plazo

«La humanidad ha llegado a donde está porque muchos han pensado a largo plazo. Desde las antiguas civiizaciones, el ser humano ha proyectado sus ideas y ha creado obras para dejar huella», afirma la autora. «Solo el largo plazo tiene la capacidad de producir cambios sustanciales en el entorno».

«El largo plazo es una invitación a reflexionar y tomar perspectiva, mientras que el corto plazo solo invita a actuar. Si no pensamos bien lo que hacemos, si no proyectamos el futuro con consciencia, si no meditamos nuestras acciones con serenidad, giraremos en una noria eterna, nos faltará criterio», avisa María Lladró.

En este sentido, y frente al auge del STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés), sin despreciar esos perfiles profesionales, María Lladró reivindica la FAH (Filosofía, Arte e Historia): «Son disciplinas necesarias para la reflexión y para saber lo que el ser humano ha pensado, valorado, inventado, realizado y aprendido en otras épocas, creando una perspectiva de evolución y de cambio, de errores que hay que evitar, pero también de hazañas y de esperanza. Es en estas disciplinas donde podemos encontrar el coraje, los argumentos y la perspectiva que nos hacen falta en estos momentos».

Y formula una gran verdad: «Que sea difícil no significa que no tenga que hacerse».

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