Vivimos tiempos voraces. Las noticias de la pandemia parecen haber eclipsado «todo» lo demás, pese a que detrás de ese «todo» hay demasiado que se está quedando en segunda fila o está pasando casi desapercibido.

El PP sigue con sus procesos abiertos a cuestas y con algunos de sus, en otro tiempo, líderes, empezando a desfilar por los juzgados. La mujer de Bárcenas ya está en la cárcel, junto con su marido, aunque en distintos módulos; el exministro Fernández sigue su calvario con careos con su número dos por el presunto espionaje desde Interior a políticos catalanes; Anticorrupción ha confirmado la caja B del PP para pagar campañas electorales -y no entramos en la ventaja que eso supuso a lideresas como Esperanza Aguirre- y vuelve a planear sobre el PP de Pablo Casado el caso de la Púnica y las facturas falsas, seis años después…

En el caso del Rey Emérito, todo parece indicar que no acaba nada más que de empezar todas las presuntas «tropelías» fiscales y sus cobros por todo. No es de extrañar que antes del verano decidiera exiliarse a tierras saudíes. Corina había abierto la tapa y los hedores empiezan a llegarnos. Los políticos actuales deberán dedicidir si se le perdona todo lo que hizo, porque también realizó una transición de una dictadura a una democracia de sobresaliente.

Los presupuestos ya han empezado su singladura por el Congreso de los Diputados. Esta semana María Jesús Montero ha logrado que las siete enmiendas a la totalidad a las cuentas públicas que había presentado fueran tumbadas. Su anuncio de bajar el IVA a las mascarillas siete meses después de haber tenido por escrito el beneplácito de Bruselas no ha ocultado que Bildu ha emitido su voto favorable a los PGE de Pedro Sánchez, en lo que parece ser la «nueva normalidad» de fuerzas del Congreso de los Diputados.

Ciudadanos, por su parte, con un PP fortalecido desde la moción de censura y un Vox arrinconado por sus brabuconadas, busca su sitio, aunque Inés Arrimadas se esté granjeando las críticas de los que en otro tiempo aplaudían los desplantes de Albert Rivera a Pedro Sánchez, esos desplantes que nos llevaron a unas nuevas elecciones, cuando la formación naranja contaba con diputados suficientes como para formar Gobierno con Sánchez y dejar fuera a Podemos…

Y mientras tanto seguimos en plena segunda ola de la pandemia. Más contagiados, más muertos, más miedo, más restricciones… y la libertad haciendo aguas cuando hasta lo que hablamos, sea verdad o mentira, va a ser escrutado, investigado, analizado y hasta castigado… porque hasta la mentira es libertad de expresión. Así que restringido el movimiento, medido lo que hablamos y cada vez más dependientes de lo que el Estado nos quiera conceder en forma de ayudas, aunque con la otra mano nos llegan más impuestos.

Lo que la pandemia esconde. Punto y seguido.