Con la tramitación de los presupuestos algunas formaciones vuelven a denunciar el “gobierno ilegítimo” que preside Pedro Sánchez. Además insisten en recriminarle que los pueda aprobar con la colaboración de Bildu o ERC.

Si profundizamos un poco en el significado que para VOX, PP y Ciudadanos tienen estas denuncias es fácil que lleguemos a la conclusión que sólo serían válidos los votos de los españoles que voten según las ideas y el concepto que tienen de España estas formaciones. De una manera más o menos explícita niegan a las personas la posibilidad de pensar diferente y, en consecuencia, se incapacita a sus representantes para poder no sólo formar gobierno si los números lo posibilitan si no incluso de negociar apoyos para que el ejecutivo pueda hacer prosperar sus proyectos.

Cuando denuncian que el gobierno está formado por comunistas (caso de que sea cierto) es negar a este partido legal a actuar en política. Cuando se compara Bildu con ETA es incapacitar a miles de votantes vascos o navarros a participar en política. Cuando se niega el pan y la sal a los partidos nacionalistas catalanes significa excluir a una parte importante de Catalunya de la actividad política. O cuando se rebelan que en algunas comunidades pretendan potenciar su lengua cooficial y en algunos casos lo hacen con especial sadismo. O cuando reniegan del pasado poniendo todas las trabas a que se potencie la ley de la memoria histórica. O cuando se oponen a la igualdad de todas las persones independientemente de su sexo, o… Claro que algunos son los mismos que en su día se opusieron incluso a la ley del divorcio (y ya no hablemos del aborto).

Incluso, en nombre de un peculiar concepto de la democracia algunas formaciones –como hizo Inés Arrimadas- llaman a los diputados socialistas al transfuguismo como hizo para que no prosperara la investidura de Pedro Sánchez.

El concepto que tienen estas formaciones de lo que es España es muy peculiar y peligroso para la democracia. No les cabe en la cabeza que es un estado plural que la historia la configurado de una determinada manera como lo podía haber hecho de una forma muy diferente. Parece que no pueden que alguien piense diferente y trate de aplicarlo.

El hablar de gobierno ilegítimo es cuestionar directamente el juego democrático. Si esto no es fascismo, se le parece mucho.