Muy pocos bancos para tantísimos clientes

20/11/2020

Maite Vázquez del Río.

El sector bancario está desbocado. Volvemos a una nueva concentración y siempre, desde 2008, con los mismos resultados: menos bancos (de 62 se habrá pasado a 9 en los últimos 12 años, una vez se materialicen las últimas fusiones anunciadas), menos beneficios obligados por el parón de la pandemia, una plantilla cada vez más diezmada, y con los clientes aumentando en consonancia con la evolución de la población.

Lo peor de todo es que no saben cómo mantener su liquidez más allá de cerrar sucursales (más de 20.000 han desaparecido hasta 2019), aunque dejen a poblaciones sin un triste cajero; y despedir personal (desde 2008 habrán desaparecido 130.000 puestos de trabajo si suman las previstas presumiblemente con las dos últimas fusiones anunciadas), mientras se ven alentados desde el Banco de España hasta para que vayan haciendo planes para cobrar a los clientes por depositar su dinero, al tiempo que han decidido que ya no quieren que pisemos sus sucursales y hagamos nosotros mismos todas las gestiones a través de su web o de su app.

Si los bancos y las inmobiliarias fueron los responsables de la crisis de 2008 y la solución fue dar carpetazo a las “sociales” cajas de ahorros, la crisis desencadenada por el Covid-19 viene a dar una nueva vuelta de tuerca y reducir aún más el acotado mapa bancario. Hasta la asociación de Analistas Financieros Internacionales (Afi) acaba de poner el dedo en la llaga: los cinco mayores bancos españoles (una vez fusionados BBVA-Sabadell, Caixabank-Bankia y Unicaja-Liberbank) coparían el 80,9% del volumen de negocio bancario. Si reducimos ese número a las tres principales (Caixabank-Bankia, BBVA-Sabadell y Santander) la cuota de mercado sería del 70,6%.

Hablando en román paladino, las cinco principales entidades españolas se reparten un pastel de más de 1,97 billones (con b) de euros: Caixabank-Bankia manejaría 675.501 millones de euros; BBVA-Sabadell, 595.587 millones de euros; Santander, 449.320 millones; Unicaja-Liberbank, 126.192 millones y Bankinter, 125.662 millones.

¿Curioso, no? El PIB español, la riqueza de España es de 1,67 billones de euros y las cinco principales entidades financieras del país manejan un volumen de negocio de 1,97 billones. Y, pobres, resulta que parecen estar en peligro. Su situación preocupa al BCE y al Banco de España ante la que se puede avecinar, si es que se avecina… porque la vacuna contra el Covid-19 podría evitar que la sangre llegase al río.

Mientras, los sufridos clientes nos tenemos que apañar como podamos. La Covid ha sido la excusa para sus nuevos planes. La futura normalidad, intentan, será sin dinero físico; los usuarios de la banca deberán solucionar sus problemas a través de cajeros, web o app. Hasta piensan cobrar a quienes vayan a las oficinas o, como quiere el Banco de España, llevarse una tajada (como si ya no lo hicieran) del dinero que se deposita en ellos. Estos planes explicarían los despidos masivos de empleados de banca. Total, cada vez tienen menos que hacer porque su trabajo lo tendrán que hacer los clientes.

¿Dirá algo la Comisión Nacional de la Competencia? Vamos camino de un oligopolio, donde el mango de la sartén estará en manos de las entidades financieras, mientras los sufridos clientes padeceremos sus arbitrarias normas de uso (o abuso) que en ningún momento pasarán por pensar en el bienestar del usuario, solo en la búsqueda de beneficios a toda costa, con el mínimo esfuerzo. Los que puedan invertir en esas entidades serán los mimados del cotarro bancario.

Intento evitar la demagogia, pero y qué pasa con las decenas de miles de empresas que se van a quedar fuera de juego, los millones de trabajadores en paro y los más de tres millones de familias declarados pobres de solemnidad. Y sin embargo, los organismos internacionales están temblando porque la banca no pueda resistir…

Nos han malcriado financieramente. Conocen cada céntimo que ganamos o gastamos, y todo lo que hacemos, nuestros gustos, costumbres, ahorros, despilfarros… Lo peor de todo es que ahora los sueldos se cobran en ellos (los sobres con los que pagaban las empresas a sus trabajadores han desaparecido hace más de 70 años), se pagan los recibos a través de ellos (ya sean domiciliados o pagando la factura mes a mes) y en todas las compras, ventas u operaciones financieras que hagamos tenemos que necesitarlos obligatoriamente. Fueron cerrando el círculo, nos hicieron dependientes de ellos sin preguntarnos y obligándonos, y ahora están blindados contra los propios clientes. No importan los sueldos millonarios de los banqueros españoles, que hasta son públicos sin ningún sonrojo, pero qué más da, ellos se lo merecen…

Por si fuera poco, grandes, medianas y pequeñas empresas, autónomos, familias hipotecadas, parados… necesitarán de las entidades financieras para sobrevivir de la actual crisis. Bruselas, Gobierno, BCE y demás organismos internacionales les darán todo el dinero que necesiten para que lo “repartan” como quieran. Nuestro futuro está en sus manos.

Como las inmobiliarias se han hecho imprescindibles y ya no se puede vender o comprar una vivienda si no es a través de ellas, por el miedo a que la vivienda sea ocupada si colgamos el cartel de “Se vende o alquila”, los bancos son vitales en nuestra existencia en sociedad para todo lo que queramos hacer.

¿Son esas las dos Españas? Demasiados clientes para tan pocos bancos y, sin embargo, pese a ser muchos menos nos tienen maniatados.

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