El Banco de España recomienda extremar el control sobre los solicitantes de moratorias de créditos

23/11/2020

Miguel Ángel Valero. Al supervisor también le preocupan los efectos de una bajada de 'rating' de la deuda emitida por las empresas, que suman un volumen equivalente al 15% del PIB, y su impacto sobre la cartera de títulos de los bancos, ya que tienen 175.000 millones€ en el límite anterior a la pérdida de la categoría de grado de inversión. // Revista de Estabilidad Financiera Otoño 2020

El Banco de España recomienda en su edición de la Revista de Estabilidad Financiera de otoño extremar el control sobre las  familias, autónomos, pymes y empresas que han solicitado moratorias para el pago de sus créditos. Advierte a los bancos que cuando se agoten esos aplazamientos pueden llegar los impagos, por lo que deben estar muy atentos a la situación económica de sus acreedores.

“Durante la duración de la moratoria, los bancos tienen que seguir analizando la solvencia de sus acreditados y su probable impago, de acuerdo con sus política generales vigentes a estos efectos”, señala el supervisor. “Cuando se concluya que un acreditado se encuentra en situación de probable impago, éste se clasificará como dudoso”, advierte.

El objetivo de ese control por parte de los bancos es claro: diferenciar claramente entre “aquellos acreditados que, debido a los confinamientos del gobierno decretados por el Gobierno, están atravesando dificultades puntuales de liquidez, pero cuentan con negocios viables, de aquellos otros que tienen problemas fundamentales de solvencia”. En estos casos de clientes inviables, “las directrices de las moratorias son claras: los bancos no deberán retrasar la clasificación como dudoso, ni el reconocimiento de pérdidas”.

La banca ha aprobado desde marzo prácticamente un millón de moratorias, con un saldo pendiente de amortizar de unos 50.500 millones€.

Temor a los efectos de una bajada de rating de las empresas

Pero al Banco de España no le preocupan solamente las moratorias de créditos. Sus expertos avisan de los efectos de una bajada de ‘rating’ de la deuda emitida por las empresas, que suman un volumen equivalente al 15% del PIB (6% antes de la crisis financiera internacional de 2007).

Esos efectos serían «más acusados» que en crisis pasadas, debido a la mayor relevancia de su financiación en los mercados. «A pesar de que desde la crisis financiera global se ha reducido la dependencia de dichas calificaciones, podrían impactar negativamente en la transmisión de la política monetaria, la estabilidad financiera y la actividad real», advierte la Revista de Estabilidad Financiera.

En el caso de las sociedades no financieras españolas se ha producido un «importante aumento» en el volumen de deuda corporativa emitida en los últimos años en términos de producto interior bruto (PIB). En la actualidad, este volumen representa alrededor del 15% del PIB, frente al 6% en el periodo previo a la crisis financiera.

El coste de financiación de las empresas está estrechamente relacionado con la calificación de éstas, especialmente en momentos de crisis. Y la pandemia ha provocado un «desplazamiento moderado» en la calidad crediticia de las empresas españolas: entre el 28 de febrero y el 15 de octubre, las rebajas en las calificaciones han afectado al 11,7% del saldo vivo.

Pese a que el grueso del saldo vivo se mantiene en la categoría de grado de inversión, la persistencia de la crisis sanitaria podría causar nuevas rebajas que sitúen «un porcentaje no despreciable de deuda en la categoría de alto rendimiento», advierten Elena Rodríguez de Codes, Antonio Marcelo, Roberto Blanco, Sergio Mayordomo, Fabián Arrizabalaga y Patricia Stupariu.

A 15 de octubre, el saldo vivo de bonos con categoría crediticia ‘BBB’ o ‘BBB-‘ y perspectiva negativa, las más cercanas a perder el grado de inversión, representa el 20,5% del total del saldo vivo de los bonos con esta calificación. Estos dos grupos de empresas concentran el 3% del empleo del sector.

Las empresas con categoría crediticia ‘BBB-‘, que representan el 6,5% del saldo vivo de bonos, son las que están más expuestas a los efectos adversos de un deterioro de la calificación.

Las empresas con calificación ‘BBB’, que representan el 57,3% del saldo vivo, también muestran una elevada vulnerabilidad frente a bajadas de rating si los efectos de la crisis del Covid-19 son de una intensidad tal que lleguen a producir rebajas dede más de un escalón.

La banca tiene 175.000 millones amenazados por la pérdida de grado de inversión

El problema no es solo de las empresas, ya que la cartera de valores negociables representa un 23% respecto al activo total de la banca. El 29% de los títulos integrandes de esta cartera, unos 175.000 millones€, se encuentra en el límite inferior de la categoría de grado de inversión.

El valor de estos títulos es «especialmente sensible» a las rebajas, que podrían dificultar la refinanciación de su deuda, lo que aumentaría su riesgo de incumplimiento. Existe el riesgo de que una bajada de ‘ratings’ por debajo del grado de inversión se vea amplificada más allá de las exposiciones directas de las entidades financieras, por medio de una espiral de ventas masivas y caídas de precios.

Aunque las interconexiones directas a través de tenencias por parte de la banca de títulos emitidos por otros sectores financieros son reducidas, las interconexiones indirectas a través de tenencias de títulos con emisores comunes son «relevantes» y oscilan entre el 40% y el 80% del total del activos.

Los expertos del Banco de España recomiendan, para tratar de amortiguar el impacto de una bajada de rating por debajo del grado de inversión, el desarrollo de las capacidades internas de evaluación crediticia por parte de los bancos centrales. También, aumentar temporalmente su nivel de tolerancia al riesgo asumido, y flexibilizar de forma temporal las políticas de inversión de inversores institucionales con mandatos de inversión en activos de alta calidad crediticia, lo que evitaría procesos de venta desordenada que exacerben la volatilidad.

Necesidad de más colcchones de capital

Por otra parte, un mayor peso de los colchones macroprudenciales liberables (CCA y CRS) frente a colchones estructurales específicos de las entidades financieras hubiera facilitado una respuesta «más eficaz y flexible» a la crisis generada por la expansión del coronavirus. Es lo que opinan Rebeca Anguren, Luis Gutiérrez de Rozas, Esther Palomeque y Carlos José Rodríguez García, de la Dirección General de Estabilidad Financiera y de Supervisión del Banco de España.

«El Covid-19 ha supuesto un shock acíclico y exógeno al sistema financiero de enorme magnitud, para el que ningún instrumento macroprudencial está concebido a priori», señalan.

Y ha puesto de manifiesto las bondades de haber mantenido un enfoque basado en la fijación de un CCA mínimo positivo, pero modulable por consideraciones cíclicas, para abordar una situación de crisis inesperada y exógena al sistema financiero. El CCA ha cobrado especial relevancia en la actual coyuntura por estar diseñado para ser liberado en fases de contracción del ciclo financiero.

No obstante, dado que el CCA no era un requerimiento uniformemente exigible antes del estallido de la crisis, su liberación solo se consideraba una opción para las autoridades macroprudenciales nacionales que previamente lo habían fijado en un nivel positivo. En el caso del Banco de España, se mantiene en el 0%, pese a que lleva varios trimestres anunciando que lo va a incrementar.

A partir de ahora, la planificación sobre la futura senda de reacumulación de colchones de capital, a medida que se consolide la recuperación económica, deberá formar parte de la agenda de los supervisores. Algunos bancos centrales nacionales ya han anticipado su intención de fijar un CCA positivo en detrimento de colchones estructurales de las entidades financieras para dotarse de más margen de actuación frente a futuros episodios de crisis.

Sin embargo, el Banco de España insiste en su intención de no aumentar el CCA al menos hasta que los principales efectos económicos y financieros derivados de la crisis del coronavirus se hayan disipado.

Estrategia ante la retirada de los estímulos

Estos expertos creen que los organismos internacionales y las autoridades nacionales deberán reflexionar y analizar el diseño de las estrategias de salida de la crisis generada por la pandemia, para evitara los posibles efectos cascadas. Y advierten de una retirada demasiado temprana de ayudas y estímulos que pongan en riesgo la recuperación.

Los supervisores deberán continuar haciendo un seguimiento y valoración de la evolución de los riesgos financieros y operacionales para el sistema financiero, para asegurar la resistencia del sector y su estabilidad. Y aunque las consecuencias de la pandemia son heterogéneasse hace necesaria una «apropiada flexibilidad en la repuesta»: «Es imprescindible un esfuerzo por asegurar la cooperación para garantizar un terreno de juego competitivo nivelado y evitar una fragmentación».

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