La nueva movilidad como catalizador para lograr ciudades más habitables

23/11/2020

Guillermo Campoamor, CEO de Meep.

El cambio de paradigma en la movilidad desde un sistema ineficiente, contaminante e impersonal a otro donde las ciudades sean más habitables y contaminen menos, debería ser una necesidad imperante para cualquier estamento, desde los gobernantes hasta los propios actores del sector del transporte, pasando por los medios de comunicación y otras industrias. La salud de las personas que viven en las ciudades está gravemente afectada por la calidad del aire, como indican las casi 30.000 personas fallecidas el pasado año en España, debido a la contaminación atmosférica. Con una población urbana superior al 80% del total, esta preocupante cifra supone además un coste de 926 euros por ciudadano al año.

Cambiar una realidad exige conocerla a fondo y por ello urge el diagnóstico inicial de la situación de la movilidad en nuestras ciudades. Pero sería recomendable quitar de la ecuación toda connotación política, porque lo hecho, hecho está. De este modo, una vez sacadas las conclusiones de la foto actual, es el momento de describir los objetivos que se quieren alcanzar, como incrementar la movilidad activa, reducir el tráfico rodado, limitar la dependencia del coche privado, o favorecer el uso de los medios de transporte públicos y otros modos sostenibles.

Ahora en España, los Planes de Movilidad Urbana Sostenible -su origen se encuentra en Francia a finales de los 80- están cumpliendo su labor, pero estos instrumentos de ámbito local tienen en sus fases iniciales la parte de diagnóstico con la toma de datos y el análisis de la situación. Fases que para ser efectivas tienen que ser ágiles y relativamente rápidas.

De manera coordinada, las ciudades españolas deberían perseguir una reducción del consumo energético y de las emisiones contaminantes, para garantizar la calidad de vida de sus ciudadanos y reducir el coste que supone al Estado la situación actual. Ante la disparidad de velocidades y propuestas locales, valdría la pena considerar la creación de un organismo supra-autonómico que coordinase los diferentes PMUS y apoyase a aquellas ciudades con dificultades.

Pero alcanzar ese escenario futuro exige trazar las actuaciones que producirán el cambio. Aquí la tecnología actual aplicada juega un papel fundamental. El problema reside en que no siempre es conocida por aquellos que tienen que elegir las actuaciones. Es cierto que sectores calientes con ayudas públicas de por medio suelen ser un caldo perfecto para la especulación y el fraude, por lo que es importante centrarse en aquellas soluciones que han sido probadas y en dar oportunidad de probar aquellas otras que están todavía en proceso de creación.

Es vital promover el emprendimiento en materia de movilidad sostenible, pues de las ideas de muchos emprendedores saldrán las soluciones del cambio. Carece de sentido criticar sin comprobación el primer piloto en real de un coche autónomo o el alegar el fraude de determinadas soluciones porque se desconoce el modelo de negocio que está detrás. Estos comportamientos no contribuyen al cambio, sino que lo ralentizan al generar dudas.

Las actuaciones necesarias van desde reducir las plazas de aparcamiento, dar ayudas a que la gente opte por nuevas formas de micromovilidad y el fomento de nuevas plataformas de movilidad como servicio (MaaS) que incrementen la accesibilidad al sistema, hasta promover modificaciones de la vía urbana para otorgar prioridad a la movilidad activa. La selección e implementación de medidas debe atender a criterios de coste y tiempo de ejecución. Justo lo contrario de las acciones paliativas destinadas a obtener rédito político en vez de ser catalizadoras del cambio.

De ahí la necesidad de estipular unas métricas de éxito de las medidas que finalmente sean las seleccionadas. No se puede mejorar algo que no se ha medido previamente. Definir las métricas para ser más eficientes con los recursos y tener distintos escenarios en el caso de que las actuaciones no salgan como se esperaba es imperativo. Tendemos a pensar que el éxito de los pilotos o pruebas de concepto radica en que se lancen, pero el seguimiento, la evaluación y las medidas correctoras son tan importantes como la puesta en funcionamiento.

¿Cómo de exitosa ha sido la implementación de los cuatro distintivos ambientales en Madrid, o cuántas emisiones han reducido el desarrollo de las supermanzanas en Barcelona? Sin puntos de referencia resulta una tarea imposible el juzgar si estas medidas son buenas o malas. Una transparencia informativa en este sentido ayudaría a que la ciudadanía estuviera más sensibilizada con los proyectos y esta participación ciudadana repercutiría directamente en el cambio.

Promover una nueva movilidad sostenible, conectada, eléctrica, compartida y autónoma requiere de un cambio modal. Desplazarse de la misma forma en que se viene haciendo desde el siglo pasado ya no es practicable. Es importante usar los recursos que nos brinda el sistema de manera óptima y para ello se requiere un esfuerzo conjunto, una organización colectiva. El coste ambiental es tan alto que no podemos delegar nuestra capacidad de influencia en el cambio. Todos debemos ser parte de la solución. Desde los gobiernos que ejecutan el plan hasta los meros espectadores, es vital trabajar por un objetivo común: ciudades más habitables para una mejor calidad de vida.

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