Vamos a contar mentiras…

02/12/2020

J. M. Miner Liceaga.

En ocasiones me hago una pregunta muy sencilla, facilona, simplona si usted quiere, casi banal, intemporal, caustica si me apuran y si así lo quieren interpretar. La pregunta es la que sigue: ¿En quién se puede confiar? ¿Es posible abandonarse en brazos de ciertos políticos?  Y si me quiero referir a determinados personajes de ciertas clases políticas, ¿dónde me sitúo?

Un ejemplo, como se dice con frecuencia en los monólogos televisivos del club de la comedia que, como saben o sabrán ustedes, están destinados a que el personal presente, oyente o mediopensionista, esboce por lo menos una amplia y reconfortante sonrisa, un ejemplo, digo, es la parte de hospital inaugurada hace un rato, como aquél que dice…

No ha habido ni palio, ni acordes musicales -menos aún sinfónicos-  y mucho menos representantes altivos de los equipos contrarios, si se quiere rivales pero nunca enemigos, porque todos ellos tienen como objetivo común el bienestar del ciudadano, en este caso el madrileño.

La inauguración ha quedado plasmada en la foto de rigor; en el reportaje fotográfico de rigor, aunque la mayoría de los colegas, según cuentan, se quedaron con las ganas al hacer a la máxima autoridad la instantánea de su entrada triunfal por el arco del triunfo. Parece ser que se opto por otra menos principal, aunque las lenguas de doble filo -es broma- digan que ni siquiera ese portón de las inauguraciones estaba y está terminado… y que se obró así porque no es momento de exhibiciones, ni gratuitas ni oportunas.

De momento ya ha sido inaugurado unos de los varios pabellones de que consta el complejo hospitalario, previsto para unas mil camas, no sé cuantas camas de UCI, y ni se sabe cuántas camas para enfermos intermedios…

Lástima que gobernantes y gobernados no se pongan de acuerdo en lo del coste. No importa porque nos sobran los euros. Nos sobran los que no tenemos y los que llegarán -si los proyectos convencen- en los próximos meses y años… que servirán seguramente para inaugurar más módulos y dotarlos de los correspondiente aditamentos que los hagan operativos al máximo.

Al día de hoy se han barajado dos cantidades. Proyecto inicial 50 kilos de vellón, que son ciertamente muchos, y otros 100, de momento, porque todavía queda mucha tela que cortar. Lo de la rentabilidad es otro cantar, aunque hay que pensar que con la salud no se juega. Con lo que sí se puede jugar es con la gestión del hospital. ¿Se la llevará quien más y mejor puje en la subasta pública? ¿O está ya decidido que será privada porque desde el exterior hay más perspectiva y se contemplan mucho mejor los problemas y las cuitas?

¿Con quién me quedo? ¿Con los que inauguraron parcialmente el complejo o con los que apuntan que para poner en funcionamiento menos de media decena de camas de UCI mejor hubiera sido aprovechar las que hay aparcadas en otros centros hospitalarios?

¿De quién me fío? Si enfermo, ¿dónde decido, si puedo, que me lleven? Dicen también que todavía no hay un quirófano… que hay  -al día de hoy- un corto centenar de profesionales voluntarios que provienen de otros hospitales… del sector de enfermería se habla poco… ¿Qué es lo que me han inaugurado? Pues un pabellón de los tres o cuatro previstos en los que todavía se trabaja a destajo y se trabajará durante algún tiempo… ¡Y menos mal que desde la UE (?) nos mandarán los cuartos para continuar las obras…

Señor, señor, que diría mi amigo cristiano. El otro amigo que me queda, pero con menos fe que el primero, se expresaría de manera bien distinta: ¡vaya personal! Y a lo mejor los dos tienen razón. El primero, porque espera una milagro, y el segundo porque a estas alturas de la película no se cree ya ni el cuento de Blancanieves. Prefiere el de Caperucita por aquello del lobo malo de la versión original. En la versión moderna el lobo es mucho más maleable….

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